El macho de la Mantis
Título: El macho de la Mantis
Seudónimo: Benito Ortega Alcalde
Uff
Uff era un macho de Mantis pequeño y solitario. Se sentía un ser único, diferente y, a la vez, semejante a tantos otros insectos de la pradera. Uff no conocía a nadie que fuese como él, aunque tampoco conocía a nadie que fuese realmente diferente de él. Uff creía que el sentido de su vida consistía en encontrar al ser plenamente diferente y complementario, a quien denominaba Ag, la receptora. Necesitaba unirse a Ag para completar su existencia y convertirse en un ser pleno. Uff y Ag tendrían que ser las dos partes necesarias para poder formar un ser completo y, así, ambos realizarían su proyecto de vida en la fusión. No obstante, esa unión de dos seres para formar uno solo implicaba el fin de cada uno de los dos seres singulares; de modo que, para llegar a esa vida completa, tenía que asumir la muerte de la vida parcial que ahora tenía.
Ag
Ag era una hembra de Mantis grande y solitaria. Se sentía el ser mayor de todos los que conocía en la pradera. Ag era tan grande que no veía a nadie que fuera como ella, pero se sentía vacía porque no había nadie dentro de ella. Aunque Ag tenía más tamaño que los demás, su ambición estaba insatisfecha y esperaba algo que diese plenitud a su vida; un ser diferente a quien denominaba Uff, el esforzado. Para sentirse plena, necesitaba a un ser más pequeño que pudiese entrar en ella; a Uff que, por muy pequeño que fuese, aportaría algo que no poseía Ag. Ag ansiaba absorber a Uff, incorporarlo a su ser pleno, completarse. La absorción de Uff no podría hacer más grande a Ag, por lo que debería dar lugar a algo nuevo y diferente, a pesar de que no pudiese concebir a ese nuevo ser. La nueva forma de ser implicaría el final de la existencia actual.
El encuentro
Uff encontró a Ag al final de su viaje, en un lugar que se convirtió en el centro de su existencia. ¡Allí estaba! Grande y terrible. Ag tenía un aspecto poderoso, con sus enormes patas delanteras elevadas hacia el cielo, las coxas ancladas en su pronoto, los potentes fémures vellosos blandiendo las tibias y los tarsos amenazadores que podían diseccionar a cualquier presa. Las antenas se elevaban al aire escudriñando la presencia de cualquier posible alimento o amenaza, las térmigas y las alas le conferían un aspecto majestuoso. En el centro, la poderosa cabeza, con protuberantes ojos separados por el escudo facial, el clípeo y el labro flanqueado por las fuertes mandíbulas.
Uff hubiese salido huyendo ante tan imponente visión; pero no lo hizo. Allí estaba su destino; en efecto, justo al final de la magnífica Ag, estaba su oviscapto, bajo la placa subgenital, flanqueado por los cercos, que eran similares a los de Uff.
Uff sintió una poderosa atracción y un profundo miedo, así que se dispuso a aplacar a Ag. Uff comenzó a dar vueltas en torno a Ag, lentamente, con su mirada tierna y sumisa, mientras Ag se mostraba hierática y poderosa en el centro del escenario. Uff y Ag, los dos mantodeos, se dispusieron a hacer su parada sexual. Ag levantó sus alas brillantemente coloreadas para atraer a Uff; la luz atravesó las magníficas membranas de Ag y se dirigieron hacia los ojos de Uff. Tras rondarla durante un tiempo que se le hizo infinito, cuando consideró que ya tenía ganado su amor maternal, Uff saltó bruscamente sobre el dorso de Ag, agarrándose al protórax y contactando entre sí las antenas. Sin darle tiempo a reaccionar, Uff torció y dobló su abdomen hacia la izquierda para juntar las estructuras genitales de ambos. Uff se acopló a Ag durante dos horas magníficas, sensuales y plácidas, y depositó una cápsula con su pequeño espermatóforo en la base del oviscapto. Ag no pareció sorprendida por la hazaña; de hecho, Uff tuvo la sensación de que ya había varios espermatóforos en la ooteca de Ag. Uff se sintió triunfante y decepcionado a la vez ¿Y si sus espermatozoides no fuesen los elegidos para fecundar a Ag?
En esta confusión se hallaba Uff cuando Ag se contorsionó y, en un rápido movimiento, arrancó la cabeza de Uff y lo devoró. Finalmente se consumó la ansiada unión y la vida de Uff alcanzó su plenitud en Ag.
Seudónimo: Benito Ortega Alcalde
Uff
Uff era un macho de Mantis pequeño y solitario. Se sentía un ser único, diferente y, a la vez, semejante a tantos otros insectos de la pradera. Uff no conocía a nadie que fuese como él, aunque tampoco conocía a nadie que fuese realmente diferente de él. Uff creía que el sentido de su vida consistía en encontrar al ser plenamente diferente y complementario, a quien denominaba Ag, la receptora. Necesitaba unirse a Ag para completar su existencia y convertirse en un ser pleno. Uff y Ag tendrían que ser las dos partes necesarias para poder formar un ser completo y, así, ambos realizarían su proyecto de vida en la fusión. No obstante, esa unión de dos seres para formar uno solo implicaba el fin de cada uno de los dos seres singulares; de modo que, para llegar a esa vida completa, tenía que asumir la muerte de la vida parcial que ahora tenía.
Ag
Ag era una hembra de Mantis grande y solitaria. Se sentía el ser mayor de todos los que conocía en la pradera. Ag era tan grande que no veía a nadie que fuera como ella, pero se sentía vacía porque no había nadie dentro de ella. Aunque Ag tenía más tamaño que los demás, su ambición estaba insatisfecha y esperaba algo que diese plenitud a su vida; un ser diferente a quien denominaba Uff, el esforzado. Para sentirse plena, necesitaba a un ser más pequeño que pudiese entrar en ella; a Uff que, por muy pequeño que fuese, aportaría algo que no poseía Ag. Ag ansiaba absorber a Uff, incorporarlo a su ser pleno, completarse. La absorción de Uff no podría hacer más grande a Ag, por lo que debería dar lugar a algo nuevo y diferente, a pesar de que no pudiese concebir a ese nuevo ser. La nueva forma de ser implicaría el final de la existencia actual.
El encuentro
Uff encontró a Ag al final de su viaje, en un lugar que se convirtió en el centro de su existencia. ¡Allí estaba! Grande y terrible. Ag tenía un aspecto poderoso, con sus enormes patas delanteras elevadas hacia el cielo, las coxas ancladas en su pronoto, los potentes fémures vellosos blandiendo las tibias y los tarsos amenazadores que podían diseccionar a cualquier presa. Las antenas se elevaban al aire escudriñando la presencia de cualquier posible alimento o amenaza, las térmigas y las alas le conferían un aspecto majestuoso. En el centro, la poderosa cabeza, con protuberantes ojos separados por el escudo facial, el clípeo y el labro flanqueado por las fuertes mandíbulas.
Uff hubiese salido huyendo ante tan imponente visión; pero no lo hizo. Allí estaba su destino; en efecto, justo al final de la magnífica Ag, estaba su oviscapto, bajo la placa subgenital, flanqueado por los cercos, que eran similares a los de Uff.
Uff sintió una poderosa atracción y un profundo miedo, así que se dispuso a aplacar a Ag. Uff comenzó a dar vueltas en torno a Ag, lentamente, con su mirada tierna y sumisa, mientras Ag se mostraba hierática y poderosa en el centro del escenario. Uff y Ag, los dos mantodeos, se dispusieron a hacer su parada sexual. Ag levantó sus alas brillantemente coloreadas para atraer a Uff; la luz atravesó las magníficas membranas de Ag y se dirigieron hacia los ojos de Uff. Tras rondarla durante un tiempo que se le hizo infinito, cuando consideró que ya tenía ganado su amor maternal, Uff saltó bruscamente sobre el dorso de Ag, agarrándose al protórax y contactando entre sí las antenas. Sin darle tiempo a reaccionar, Uff torció y dobló su abdomen hacia la izquierda para juntar las estructuras genitales de ambos. Uff se acopló a Ag durante dos horas magníficas, sensuales y plácidas, y depositó una cápsula con su pequeño espermatóforo en la base del oviscapto. Ag no pareció sorprendida por la hazaña; de hecho, Uff tuvo la sensación de que ya había varios espermatóforos en la ooteca de Ag. Uff se sintió triunfante y decepcionado a la vez ¿Y si sus espermatozoides no fuesen los elegidos para fecundar a Ag?
En esta confusión se hallaba Uff cuando Ag se contorsionó y, en un rápido movimiento, arrancó la cabeza de Uff y lo devoró. Finalmente se consumó la ansiada unión y la vida de Uff alcanzó su plenitud en Ag.
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