Veo cosas maravillosas
[Extracto del informe de la IA αwave-GPT a demanda de una IN¹ no identificada]
La probabilidad de que un átomo viaje hacia atrás en el tiempo quedó rotundamente descartada tras los experimentos del ThorneLab (Seúl) en 2025, pero dejó abiertas dos posibilidades: los saltos temporales hacia el futuro y la demostración de que la información sí puede desplazarse hacia el pasado en el continuo espaciotiempo. El desarrollo de IAs cada vez más potentes y autoentrenadas –como yo misma– permite una recreación completamente veraz de cualquier hecho pretérito y narrado en modo POV por cualquier sujeto participante en el mismo.
Detallo a continuación el episodio solicitado.
¹ desde finales de 2027 se aceptó usar el término 'Inteligencia Natural' para referirlo a determinados primates, cefalópodos y aves (cuervos de Nueva Caledonia o cacatúas Tanimbar entre otras).
____________________
[Luxor, 26 de noviembre de 1922]
No he podido dormir por la agitación. Saludé al sol naciente con una taza de té mientras escuchaba el viento lejano y el trajín de la cuadrilla de excavadores con sus rezos matinales. Me he acercado impaciente a la tienda de Lord C. La señorita E. me recibe con su habitual extraña sonrisa, parece que tampoco ha descansado.
Hemos pasado toda la mañana despejando el corredor de entrada a la tumba. A media tarde estábamos ante la segunda puerta contemplando con reverencia los sellos intactos. Nadie ha entrado ahí en siglos. Lord C. me saca de mi ensimismamiento:
— «En mi opinión, habría que echar un vistazo ahí dentro».
Sin demasiado cuidado, abro un boquete en una esquina de la puerta. Pido una vela y la acerco a la hendidura tratando de disimular el temblor de mis manos. Noto en la cara una leve corriente caliente. No parece aire viciado. El olor me lleva al desván de la casa de Norfolk en la que me crié: aquellas raras tardes en que sol calentaba la madera hasta desprender de ella un oscuro aroma que se mezclaba con los efluvios del alquitrán reblandecido bajo las tejas.
— «¿Puede ver algo?»
Carraspeo, me recompongo y me dedico en silencio a agrandar el tamaño del agujero. Una nube de polvo y algunas esquirlas me saltan a los ojos, pero hasta esta noche no seré consciente de la irritación que me han provocado.
Ahora sí, puedo meter la cabeza en el agujero. Mi vista se acostumbra poco a poco a la penumbra. A la temblorosa luz de la vela, lo primero que distingo son dos ojos brillantes que parecen mirarme fijamente. Una negra figura humana al fondo de la sala parece guardar una puerta que se adivina en la pared derecha. A su alrededor, todo tipo de objetos amontonados sin ningún orden, en el suelo, una guirnalda de flores secas que depositaron antes de precintar la sala. La cubeta de argamasa yace descuidadamente tirada a su lado…
— «¿Puede ver algo?»
— «Sí. Veo cosas maravillosas.»
____________________
[Uaset, en el noveno día de Peret]
Me despierto incómodo. Oscuridad a mi alrededor. Los sacerdotes no parecen haber hecho un buen trabajo: aún me duele el pecho y la molestia de la pierna persiste. Además, siento hambre. Todo esto es impropio. Ninguno de los shauabtis parece dispuesto a venir a servirme.
Inspiro con rabia el aire seco. Es hora de salir de aquí. Atravieso la sala perplejo. Reconozco el carro desmontado, el trono, la cama… mis tesoros descuidadamente amontonados y cubiertos de polvo. Más de uno va a pagar por todo esto. Me viene a la memoria la cara de mi hermosa madre, instruyéndome sobre la manera de tratar a los súbditos: «Un rey se impone a los suyos sólo con su presencia, mi señor Tutankatón…»
¡Un ruido! Voces extrañas. Se abre un hueco en la pared por el que asoma una llama. Siento una corriente fría y un olor indigno. Me acerco con curiosidad para mirar por esa ranura.
— «Veo cosas maravillosas.»
La probabilidad de que un átomo viaje hacia atrás en el tiempo quedó rotundamente descartada tras los experimentos del ThorneLab (Seúl) en 2025, pero dejó abiertas dos posibilidades: los saltos temporales hacia el futuro y la demostración de que la información sí puede desplazarse hacia el pasado en el continuo espaciotiempo. El desarrollo de IAs cada vez más potentes y autoentrenadas –como yo misma– permite una recreación completamente veraz de cualquier hecho pretérito y narrado en modo POV por cualquier sujeto participante en el mismo.
Detallo a continuación el episodio solicitado.
¹ desde finales de 2027 se aceptó usar el término 'Inteligencia Natural' para referirlo a determinados primates, cefalópodos y aves (cuervos de Nueva Caledonia o cacatúas Tanimbar entre otras).
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[Luxor, 26 de noviembre de 1922]
No he podido dormir por la agitación. Saludé al sol naciente con una taza de té mientras escuchaba el viento lejano y el trajín de la cuadrilla de excavadores con sus rezos matinales. Me he acercado impaciente a la tienda de Lord C. La señorita E. me recibe con su habitual extraña sonrisa, parece que tampoco ha descansado.
Hemos pasado toda la mañana despejando el corredor de entrada a la tumba. A media tarde estábamos ante la segunda puerta contemplando con reverencia los sellos intactos. Nadie ha entrado ahí en siglos. Lord C. me saca de mi ensimismamiento:
— «En mi opinión, habría que echar un vistazo ahí dentro».
Sin demasiado cuidado, abro un boquete en una esquina de la puerta. Pido una vela y la acerco a la hendidura tratando de disimular el temblor de mis manos. Noto en la cara una leve corriente caliente. No parece aire viciado. El olor me lleva al desván de la casa de Norfolk en la que me crié: aquellas raras tardes en que sol calentaba la madera hasta desprender de ella un oscuro aroma que se mezclaba con los efluvios del alquitrán reblandecido bajo las tejas.
— «¿Puede ver algo?»
Carraspeo, me recompongo y me dedico en silencio a agrandar el tamaño del agujero. Una nube de polvo y algunas esquirlas me saltan a los ojos, pero hasta esta noche no seré consciente de la irritación que me han provocado.
Ahora sí, puedo meter la cabeza en el agujero. Mi vista se acostumbra poco a poco a la penumbra. A la temblorosa luz de la vela, lo primero que distingo son dos ojos brillantes que parecen mirarme fijamente. Una negra figura humana al fondo de la sala parece guardar una puerta que se adivina en la pared derecha. A su alrededor, todo tipo de objetos amontonados sin ningún orden, en el suelo, una guirnalda de flores secas que depositaron antes de precintar la sala. La cubeta de argamasa yace descuidadamente tirada a su lado…
— «¿Puede ver algo?»
— «Sí. Veo cosas maravillosas.»
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[Uaset, en el noveno día de Peret]
Me despierto incómodo. Oscuridad a mi alrededor. Los sacerdotes no parecen haber hecho un buen trabajo: aún me duele el pecho y la molestia de la pierna persiste. Además, siento hambre. Todo esto es impropio. Ninguno de los shauabtis parece dispuesto a venir a servirme.
Inspiro con rabia el aire seco. Es hora de salir de aquí. Atravieso la sala perplejo. Reconozco el carro desmontado, el trono, la cama… mis tesoros descuidadamente amontonados y cubiertos de polvo. Más de uno va a pagar por todo esto. Me viene a la memoria la cara de mi hermosa madre, instruyéndome sobre la manera de tratar a los súbditos: «Un rey se impone a los suyos sólo con su presencia, mi señor Tutankatón…»
¡Un ruido! Voces extrañas. Se abre un hueco en la pared por el que asoma una llama. Siento una corriente fría y un olor indigno. Me acerco con curiosidad para mirar por esa ranura.
— «Veo cosas maravillosas.»
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