IAAA 2
Después de doce años de intensa investigación, en los cuales más de 100 científicos, ingenieros, matemáticos, informáticos y expertos de todas las áreas, se dejaron la piel y la vida, por fin el día “D” había llegado.
En la sala 20 de la agencia de defensa internacional se acomodaron, en sobrias sillas de carbono y metal, todas las personalidades, responsables de áreas y prohombres (y promujeres) de los más granado de la maquinaria bélica y la política mundial.
Allí, entre señores de la guerra, militares, esposas, putas (pero respetables), mandatarios, alcaldes, empresarios, inversores y algún que otro cura despistáo, se podía ver también al hombre más poderoso del mundo libre, al hombre más odiado del mundo menos libre y a ciertas personas cuyo aspecto no sería imaginable, desligado de sus gafas oscuras y sus doce protohombres ,rodeándolos como satélites de una imaginaria estrella de la muerte.
En el centro de la estancia, sobre una plataforma también de carbono y metal se asentaba un artefacto con un aspecto imponente y futurista. Un amasijo ordenado y perfectamente pulido y desprovisto de humanidad, con miles de piezas combinadas en una intrincada maraña de perfección que le confería una presencia inexpugnable y temible.
Un orbe rojo se intuía como centro de toda la atención y funciones de la máquina. Como si desde ese vítreo ojo pudiera observarlo todo, pensarlo todo, evaluarlo todo, aniquilarlo todo. Un tipo con aspecto de científico estereotipado, con dos o tres insignias de imposible traducción, se apostaba marcial frente a una estilizada consola. Todo allí era limpio y ordenado, excepto la gente que presenciaba la demostración.
—Distinguidos invitados, la Agencia de Defensa Internacional les agradece su presencia hoy en el complejo de Robótica Avanzada y Recursos de Inteligencia y Tecnologías Originales para la Seguridad— (algunos de los presentes se removieron inquietos al percatarse del incómoda acrónimo resultante).
—Agradecemos su apoyo durante el desarrollo del proyecto de Inteligencia Artificial Autónoma Avanzada Autosuficiente— De nuevo cueros inquietos se removieron en las sillas. Alguien debía de seguir interpretando siglas con evidente preocupación.
—El modelo, IAAA es la élite de la innovación; un poderoso y bien armado robot inteligente, cuya principal característica no es tan sólo su potencial, sino su capacidad de evaluar constantemente los pros y los contras de cada una de sus acciones, para asegurar la victoria con el menor número de bajas y de daños colaterales.
—En definitiva, señores, el IAAA!—un coronel de la segunda fila dio evidentes muestras de vergüenza ajena al oir la palabra— asegura que siempre se ejecutará la vía más rápida, limpia, efectiva, económica y rentable para erradicar cualquier amenaza.
—Este robot de combate, señores, está programado para ejecutar la SOLUCIÓN PERFECTA.
Una prefabricada ovación condicionó una decente respuesta en la mayoría de los bien educado invitados.
— Ahora, señores, activaré al IAAA!…
—Que verguenza por dios, que verguenza.—Se oyó una voz musitante en alguna parte del auditorio.
— …y le plantearé una escenario en el que asumo el papel de general de todos los efectivos, en lo que entenderemos como una Acción Preventiva— dijo grandilocuente mientras accionaba un pulsador.
En ese instante, una zumbido electrizante y poderoso, como un reactor nuclear arrancando, recorrió toda la sala y el imponente robot se irguió desplegando al menos media docena de pseudobrazos que dejaron ver multitud de ánimas de distintos calibres. Su ojo rojo vidrioso pareció rellenarse de un fluido espeso y comenzó a brillar como si tuviera vida.
La máquina observó el entorno. Comenzó a analizar las variables y a buscar la mejor solución para el conflicto que el científico le había planteado.
Parecía dudar. En su pecho se abrían y cerraban infinidad de compuertas que dejaban entrever distintas armas que luego volvían a esconderse.
El científico comenzó a inquietarse, miraba incómodo a aquel imponente artefacto, esperando poder demostrar a su audiencia todo su potencial.
Finalmente, todos los brazos (menos uno) del mecánico engendro se replegaron, se cerraron todas las compuertas, todas las armas se desactivaron y el orbe rojo tomó un aspecto brillante e intenso. Parecía que había llegado a una conclusión. La audiencia se inclinó, expectante, en sus asientos.
El IAAA! entonces se encaró ante el científico, fictício general de todas las tropas mundiales, elevó su único brazo activo, que ahora finalizaba en un cubo macizo no más grande que la cabeza de un martillo pilón y, en un movimiento seco y certero, lo dejó caer estrepitosamente sobre él.
Una voz sintetizada, de fuerte presencia y aterrador timbre salió entonces de aquel aparato quebrando el sobrecogedor silencio.
— MISIÓN CUMPLIDA. INFORME DE RESULTADOS:
DAÑOS ESTRUCTURALES: 0% - DAÑOS ECONÓMICOS: 0% - DAÑOS ECOLÓGICOS: 0% - BAJAS ENEMIGAS: 0 - BAJAS ALIADAS: 0 - DAÑOS COLATERALES: 0 - BAJAS PROPIAS ASUMIBLES: 1
FIN DEL INFORME
Y, acto seguido, se apagó.
—Vaya —dijo alguien en la sala— Nos ha salido listo el robot.
En la sala 20 de la agencia de defensa internacional se acomodaron, en sobrias sillas de carbono y metal, todas las personalidades, responsables de áreas y prohombres (y promujeres) de los más granado de la maquinaria bélica y la política mundial.
Allí, entre señores de la guerra, militares, esposas, putas (pero respetables), mandatarios, alcaldes, empresarios, inversores y algún que otro cura despistáo, se podía ver también al hombre más poderoso del mundo libre, al hombre más odiado del mundo menos libre y a ciertas personas cuyo aspecto no sería imaginable, desligado de sus gafas oscuras y sus doce protohombres ,rodeándolos como satélites de una imaginaria estrella de la muerte.
En el centro de la estancia, sobre una plataforma también de carbono y metal se asentaba un artefacto con un aspecto imponente y futurista. Un amasijo ordenado y perfectamente pulido y desprovisto de humanidad, con miles de piezas combinadas en una intrincada maraña de perfección que le confería una presencia inexpugnable y temible.
Un orbe rojo se intuía como centro de toda la atención y funciones de la máquina. Como si desde ese vítreo ojo pudiera observarlo todo, pensarlo todo, evaluarlo todo, aniquilarlo todo. Un tipo con aspecto de científico estereotipado, con dos o tres insignias de imposible traducción, se apostaba marcial frente a una estilizada consola. Todo allí era limpio y ordenado, excepto la gente que presenciaba la demostración.
—Distinguidos invitados, la Agencia de Defensa Internacional les agradece su presencia hoy en el complejo de Robótica Avanzada y Recursos de Inteligencia y Tecnologías Originales para la Seguridad— (algunos de los presentes se removieron inquietos al percatarse del incómoda acrónimo resultante).
—Agradecemos su apoyo durante el desarrollo del proyecto de Inteligencia Artificial Autónoma Avanzada Autosuficiente— De nuevo cueros inquietos se removieron en las sillas. Alguien debía de seguir interpretando siglas con evidente preocupación.
—El modelo, IAAA es la élite de la innovación; un poderoso y bien armado robot inteligente, cuya principal característica no es tan sólo su potencial, sino su capacidad de evaluar constantemente los pros y los contras de cada una de sus acciones, para asegurar la victoria con el menor número de bajas y de daños colaterales.
—En definitiva, señores, el IAAA!—un coronel de la segunda fila dio evidentes muestras de vergüenza ajena al oir la palabra— asegura que siempre se ejecutará la vía más rápida, limpia, efectiva, económica y rentable para erradicar cualquier amenaza.
—Este robot de combate, señores, está programado para ejecutar la SOLUCIÓN PERFECTA.
Una prefabricada ovación condicionó una decente respuesta en la mayoría de los bien educado invitados.
— Ahora, señores, activaré al IAAA!…
—Que verguenza por dios, que verguenza.—Se oyó una voz musitante en alguna parte del auditorio.
— …y le plantearé una escenario en el que asumo el papel de general de todos los efectivos, en lo que entenderemos como una Acción Preventiva— dijo grandilocuente mientras accionaba un pulsador.
En ese instante, una zumbido electrizante y poderoso, como un reactor nuclear arrancando, recorrió toda la sala y el imponente robot se irguió desplegando al menos media docena de pseudobrazos que dejaron ver multitud de ánimas de distintos calibres. Su ojo rojo vidrioso pareció rellenarse de un fluido espeso y comenzó a brillar como si tuviera vida.
La máquina observó el entorno. Comenzó a analizar las variables y a buscar la mejor solución para el conflicto que el científico le había planteado.
Parecía dudar. En su pecho se abrían y cerraban infinidad de compuertas que dejaban entrever distintas armas que luego volvían a esconderse.
El científico comenzó a inquietarse, miraba incómodo a aquel imponente artefacto, esperando poder demostrar a su audiencia todo su potencial.
Finalmente, todos los brazos (menos uno) del mecánico engendro se replegaron, se cerraron todas las compuertas, todas las armas se desactivaron y el orbe rojo tomó un aspecto brillante e intenso. Parecía que había llegado a una conclusión. La audiencia se inclinó, expectante, en sus asientos.
El IAAA! entonces se encaró ante el científico, fictício general de todas las tropas mundiales, elevó su único brazo activo, que ahora finalizaba en un cubo macizo no más grande que la cabeza de un martillo pilón y, en un movimiento seco y certero, lo dejó caer estrepitosamente sobre él.
Una voz sintetizada, de fuerte presencia y aterrador timbre salió entonces de aquel aparato quebrando el sobrecogedor silencio.
— MISIÓN CUMPLIDA. INFORME DE RESULTADOS:
DAÑOS ESTRUCTURALES: 0% - DAÑOS ECONÓMICOS: 0% - DAÑOS ECOLÓGICOS: 0% - BAJAS ENEMIGAS: 0 - BAJAS ALIADAS: 0 - DAÑOS COLATERALES: 0 - BAJAS PROPIAS ASUMIBLES: 1
FIN DEL INFORME
Y, acto seguido, se apagó.
—Vaya —dijo alguien en la sala— Nos ha salido listo el robot.
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