Skip to main content

El fútbol o la Ciencia

V andaba realmente preocupado porque su equipo de toda la vida, uno de los considerados grandes (o quizás no tanto, pero para él sí lo era), estaba luchando por no descender de categoría, algo que en otra época habría considerado una tragedia, y que ahora, pese a ser mucho más maduro y maleable, todavía le resultaba de una incomodidad manifiesta.
No obstante, V decidió mantener la calma y aprovechar su conocimiento de otra de sus grandes pasiones, la Ciencia y concretamente la Estadística y las predicciones. Por tanto, la semana “de reflexión” previa al último y decisivo partido, la dedicó a revisar los pronósticos realizados con las más sofisticadas técnicas conocidas.
Debemos realizar un inciso en este punto para aclarar que V no es el típico aficionado que se deja influir por los supuestos expertos que fundamentan sus vaticinios en pura subjetividad o, en el mejor de los casos, en burdos modelos probabilísticos frecuentistas o en simples tendencias lineales sustentadas en el pasado más reciente, con todos sus sesgos y limitaciones a flor de piel.
Por tanto, V enfocó sus análisis a técnicas algo más sofisticadas y cuya fiabilidad había sido ampliamente probada en casos previos. En primer lugar, echó mano de la teoría de la “sabiduría de las masas” para, consultando algunos de los más prestigiosos foros de versados pronosticadores, concluir que la probabilidad de descenso de su equipo estaba en torno al 5%, por supuesto teniendo en cuenta un cierto margen de error, nunca desdeñable. Este resultado tranquilizó en cierta medida a V, pero no lo suficiente: “Es una probabilidad baja, pero ni mucho menos insignificante”.
En segundo lugar, confió en un modelo heurístico de simulación con múltiples parámetros (probabilísticos, por supuesto, y basados en variadas distribuciones aleatorias, ya hemos aclarado que V no es simplista) que tenían en cuenta el desempeño probable de los diversos equipos implicados en el descenso, los correspondientes árbitros designados para los partidos, y un nada despreciable componente azaroso. Es fútbol, al fin y al cabo. Las probabilidades que ofrecían estos escenarios fluctuaban en un entorno ligeramente superior al 5%.
Por último, acudió a un complejo modelo de aprendizaje profundo, tan de moda en los tiempos recientes, para tratar de desentrañar la gran pregunta. Tardó unos días en entrenarlo y conseguir los primeros resultados con sus consiguientes validaciones, pues no quería incurrir en sesgos innecesarios. De nuevo las probabilidades andaban cercanas al 5%, aunque ligeramente más bajas, lo cual contribuyó a calmar su inquietud.
El día del partido, V acudió pertrechado con su camiseta y su bufanda a presenciar el decisivo encuentro donde su equipo y el contrincante de turno dirimirían la rivalidad oportuna, con cierta intranquilidad atenuada por sus sesudos análisis previos, y sin duda con un nivel de ansiedad bastante menor que el del resto de aficionados de su equipo, que al fin y al cabo seguían en su ignorancia al respecto. Cuántas ganas tenía de aleccionar a los pobres fans que asistían compungidos al devenir de los minutos sin el ansiado gol de la victoria y la salvación, con un “Tranquilos, al fin y al cabo, la probabilidad está por debajo del 5%”).
Pero los minutos seguían consumiéndose inclementes, y el suspense iba mudando en drama por momentos, aumentando la inquietud de la gente y socavando la confianza de V de tal forma que, inconscientemente, sus pensamientos migraron hacia una revisión mental del proceso seguido en el análisis de las probabilidades, buscando algún posible error o sesgo imprevisto, que hubiera alterado de forma sensible los resultados.
Tal fue la inmersión en sus devaneos mentales que, obviamente, dejó de prestar atención al juego y pasados unos minutos le sorprendió un “¡Gooooooool!” abrumador, y los improvisados abrazos de sus eufóricos compañeros de asiento, dado que, ya en el tiempo de prolongación, una jugada confusa y accidentada había acabado con el balón en el fondo de las mallas, lo cual suponía la hasta entonces esquiva salvación.
En su camino de vuelta a casa, entre espontáneos abrazos y miradas cómplices con el resto de fervientes y exultantes aficionados, aliviado pero aún algo turbado, V pensaba en hasta qué punto seguía creyendo más en la Estadística o en la gloriosa incertidumbre del deporte, en la tan recurrente disyuntiva entre razón y pasión, en los grandes interrogantes de la vida que tan pronto se encierran o quedan al descubierto en una ecuación o en estadio de fútbol.
  • Visites: 97