ARQUEÓLOGA DE LA ANTIGUA GRECIA
La historia que os voy a narrar no es una historia común, es más, creo que jamás ha sido contada. Os relataré cómo me convertí en la mejor arqueóloga del mundo. Puede ser que nunca me conozcáis, ni sepáis quién soy, pero gracias a mí se han descubierto los hallazgos más importantes de la Antigua Grecia.
Bien, comencemos por el principio. Me llamo Daría y la verdad es que no sé cuál es mi edad, todo esto es un poco complicado.
Tenía doce años cuando mi vida dio un giro inesperado.
Pertenecía a una familia humilde, aunque no me podía quejar. Mi padre era escultor. Estaba fascinada con todas sus esculturas. Además de un gran artista, era un amante de todo tipo de actividades relacionadas con la cultura. Al igual que él, pensaba que el arte era una de las cosas más hermosas del mundo.
Un día, una enfermedad infecciosa llegó a nuestra ciudad, la viruela. Fui la única que se infectó de mi familia. Sabía que era muy difícil sobrevivir a pesar de las curas naturales que me daban los médicos. Sin embargo, yo no quería irme todavía, quería aprender mucho más, preservar toda la cultura griega.
De repente, una tarde, todo se volvió oscuro. No obstante, había una luz blanca al final. Caminé hacia ella. Me encontré con tres mujeres vestidas de blanco, serias e inmutables. Mis padres ya me habían hablado de ellas, se llamaban “las tres Parcas”. Ellas decidían cuál sería tu destino en tu vida mortal.
Al cabo de unos minutos, observándolas con la boca abierta, me propusieron un trato:
-"Hemos visto cuán emocionada estabas con nuestra historia y las ganas que tenías de difundirla. Es por eso que te proponemos lo siguiente: te concederemos la inmortalidad para que en el futuro puedas ser una arqueóloga. Es posible que aún no sepas qué significa esa palabra, pero tendrás que enseñar al mundo nuestra cultura, arte, arquitectura... para que se tenga conocimiento de ella".
Siendo sincera, me quedé confusa. Arqueóloga, ¿Qué era eso? ¿Ayudar en el futuro? No quería enfadar a las tres Parcas ya que me habían dado otra oportunidad, así que acepté. Puede ser que haya sido la mejor decisión tomada en mi eterna vida.
Otra vez, la oscuridad lo invadió todo. Desperté, pero no podía ver nada. Parecía que había pasado una infinidad de años. Intenté moverme de un lado hacia el otro, pero nada. Lo intenté una vez más “3…, 2…, 1… ¡Crack!” Creí que me había caído al suelo porque había pedazos de mármol esparcidos por todos los sitios. ¿Había estado dentro de una estatua? Miré a mi alrededor, en efecto, estaba rodeada de ellas. ¡Me habían puesto en una estatua para transportarme al futuro!
Después de salir de aquel sitio, me enteré de que había viajado hasta el año 1500, después de Cristo, claro.
Mi misión acababa de comenzar, tenía que ser la mejor arqueóloga del mundo (que, por cierto, ya me había enterado cuál era su significado). A lo largo de la historia, guíe a numerosos exploradores y arqueólogos para que pudieran descubrir todo acerca de mi antigua civilización. Les indicaba dónde buscar y excavar. Si no hubiera sido por mí, tesoros antiguos, ciudades perdidas y esculturas importantes, no se hubieran descubierto. Además, he proporcionado una gran cantidad de información valiosa sobre la Antigua Grecia, como sus costumbres, tradiciones y religión.
Claro que mi nombre lo olvidó la historia. Primero, porque no era común atribuir a una mujer un descubrimiento como esos y segundo, porque no tenía ninguna clase de estudio arqueológico. Cuando tuve la oportunidad de estudiar, aprendí bastantes cosas sobre el oficio, aunque respecto a la cultura griega, yo ya lo sabía todo.
Hace ya algún tiempo que me están empezando a reconocer mis méritos. No obstante, es probable que no hayáis oído hablar de mí, ya que cambio constantemente de nombre y de apariencia para no llamar la atención.
Me gusta mi profesión, adoro sentirme orgullosa de mi cultura. Comprendo que los arqueólogos tengan que llevarse todas las antigüedades para estudiarlas y catalogarlas para avanzar en este campo. Sin embargo, no estoy de acuerdo con el expolio que hacen con dichas obras, estas pertenecen al lugar donde fueron descubiertas, y todo lo que no cumpla estas condiciones me parte el corazón.
En esos momentos, cuando me siento triste, voy a mi escondite, me siento y observo las esculturas que hacía mi padre. De todas las cosas que ayudé a resurgir del pasado, estas esculturas son mi gran descubrimiento.
Bien, comencemos por el principio. Me llamo Daría y la verdad es que no sé cuál es mi edad, todo esto es un poco complicado.
Tenía doce años cuando mi vida dio un giro inesperado.
Pertenecía a una familia humilde, aunque no me podía quejar. Mi padre era escultor. Estaba fascinada con todas sus esculturas. Además de un gran artista, era un amante de todo tipo de actividades relacionadas con la cultura. Al igual que él, pensaba que el arte era una de las cosas más hermosas del mundo.
Un día, una enfermedad infecciosa llegó a nuestra ciudad, la viruela. Fui la única que se infectó de mi familia. Sabía que era muy difícil sobrevivir a pesar de las curas naturales que me daban los médicos. Sin embargo, yo no quería irme todavía, quería aprender mucho más, preservar toda la cultura griega.
De repente, una tarde, todo se volvió oscuro. No obstante, había una luz blanca al final. Caminé hacia ella. Me encontré con tres mujeres vestidas de blanco, serias e inmutables. Mis padres ya me habían hablado de ellas, se llamaban “las tres Parcas”. Ellas decidían cuál sería tu destino en tu vida mortal.
Al cabo de unos minutos, observándolas con la boca abierta, me propusieron un trato:
-"Hemos visto cuán emocionada estabas con nuestra historia y las ganas que tenías de difundirla. Es por eso que te proponemos lo siguiente: te concederemos la inmortalidad para que en el futuro puedas ser una arqueóloga. Es posible que aún no sepas qué significa esa palabra, pero tendrás que enseñar al mundo nuestra cultura, arte, arquitectura... para que se tenga conocimiento de ella".
Siendo sincera, me quedé confusa. Arqueóloga, ¿Qué era eso? ¿Ayudar en el futuro? No quería enfadar a las tres Parcas ya que me habían dado otra oportunidad, así que acepté. Puede ser que haya sido la mejor decisión tomada en mi eterna vida.
Otra vez, la oscuridad lo invadió todo. Desperté, pero no podía ver nada. Parecía que había pasado una infinidad de años. Intenté moverme de un lado hacia el otro, pero nada. Lo intenté una vez más “3…, 2…, 1… ¡Crack!” Creí que me había caído al suelo porque había pedazos de mármol esparcidos por todos los sitios. ¿Había estado dentro de una estatua? Miré a mi alrededor, en efecto, estaba rodeada de ellas. ¡Me habían puesto en una estatua para transportarme al futuro!
Después de salir de aquel sitio, me enteré de que había viajado hasta el año 1500, después de Cristo, claro.
Mi misión acababa de comenzar, tenía que ser la mejor arqueóloga del mundo (que, por cierto, ya me había enterado cuál era su significado). A lo largo de la historia, guíe a numerosos exploradores y arqueólogos para que pudieran descubrir todo acerca de mi antigua civilización. Les indicaba dónde buscar y excavar. Si no hubiera sido por mí, tesoros antiguos, ciudades perdidas y esculturas importantes, no se hubieran descubierto. Además, he proporcionado una gran cantidad de información valiosa sobre la Antigua Grecia, como sus costumbres, tradiciones y religión.
Claro que mi nombre lo olvidó la historia. Primero, porque no era común atribuir a una mujer un descubrimiento como esos y segundo, porque no tenía ninguna clase de estudio arqueológico. Cuando tuve la oportunidad de estudiar, aprendí bastantes cosas sobre el oficio, aunque respecto a la cultura griega, yo ya lo sabía todo.
Hace ya algún tiempo que me están empezando a reconocer mis méritos. No obstante, es probable que no hayáis oído hablar de mí, ya que cambio constantemente de nombre y de apariencia para no llamar la atención.
Me gusta mi profesión, adoro sentirme orgullosa de mi cultura. Comprendo que los arqueólogos tengan que llevarse todas las antigüedades para estudiarlas y catalogarlas para avanzar en este campo. Sin embargo, no estoy de acuerdo con el expolio que hacen con dichas obras, estas pertenecen al lugar donde fueron descubiertas, y todo lo que no cumpla estas condiciones me parte el corazón.
En esos momentos, cuando me siento triste, voy a mi escondite, me siento y observo las esculturas que hacía mi padre. De todas las cosas que ayudé a resurgir del pasado, estas esculturas son mi gran descubrimiento.
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