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Relatos premiados

PREMIO DEL JURADO

ADULTO CASTELLANO

La cinta de Möbius
Autor: Pablo Fernández de Salas
...Había llegado a su casa. Volvió a recordar cómo se la habían jugado.

—Nunca te fíes de las orejas picudas —le había dicho su madre—, esos pequeños diablos andan por ahí prometiendo deseos cuando lo único que buscan es divertirse. Su magia no es de fiar.

Avanzó un par de pasos por la carretera, una línea solitaria en medio del vacío. La escena en la que dejaba su casa sin volver la vista atrás regresó como siempre, desplazando por un momento la calzada de su mente. Carlota era consciente de que su madre la observaba con ojo crítico desde la ventana mientras ella se adentraba en el camino de tierra hacia la escuela, pero sabía que las imágenes y las sensaciones que sentía no eran más que su propio recuerdo.

Otra vez.

Llegó a la puerta del colegio minutos antes de que empezaran las clases. Cuando paró en seco, queriendo volver, la extraña carretera sustituyó al camino de tierra ante sus ojos. Carlota ya había vivido lo que vendría a continuación y, como siempre que llegaba a este punto, maldijo a las orejas picudas.

La niña respiró hondo, siempre consciente de la extraña carretera de asfalto sobre la que en realidad estaba desplazándose. Si caminaba, la imagen de la calzada se ensombrecía, superada por la intensidad de los recuerdos; era al detenerse cuando solo veía la peculiar carretera.

Temiendo lo que iba a ocurrir, pero incapaz de cambiar nada de lo sucedido, Carlota esperó a que su profesor de ciencias se aproximara, coincidiendo con la llegada de un grupo de chicos de su clase.

No era la primera vez que la niña trató de dar marcha atrás, gritar, hacer algún gesto que evitara el encuentro. Sus intentos fueron igual de eficaces que todos los anteriores. El profesor se acercó con una media sonrisa y le comunicó que su proyecto de ciencias había quedado segundo, por detrás de un trabajo sobre la cinta de un tal Möbius.

Carlota apretó el paso para acelerar el desenlace de la escena, en la que ella preguntaba tontamente cómo había sido posible que alguien ganara un trabajo de ciencias con una cinta para el pelo. El comentario desencadenó una sonora carcajada en el grupo de niños de su clase.

¿Por qué no se habría mordido la lengua?

De haber sido así, no habría aceptado la envenenada promesa de las orejas picudas. Los diminutos duendes aparecieron poco después, oliendo la desesperación de la niña. Con voz zalamera, consolaron a Carlota, prometiendo que le enseñarían lo que era una cinta de Möbius si ella aceptaba una única condición: la situarían sobre una carretera con la forma de esa cinta y ella tendría que encontrar la salida. Incapaz de prever lo que los duendes tramaban, Carlota aceptó.

La niña avanzó una decena de pasos por la calzada, procurando apantallar su mente a los recuerdos mientras se centraba en llegar al final de la misma. El asfalto ondulaba ligeramente sobre sí mismo. En esos momentos, Carlota empezó a descender y, como siempre tras cada subida en la que recordaba la odiosa escena a la entrada del colegio, la voz de las orejas picudas resonó fuerte en su cabeza.

—La cinta de Möbius es una superficie con la peculiaridad de poseer una única cara y un solo borde —le explicaban con su aguda voz y un tono jocoso—. Es como una carretera que se encuentra a sí misma sin necesidad de poseer curvas, recorriéndose por encima y por debajo según se avance, siempre sobre el mismo asfalto.

—Lo que decís no tiene sentido. No entiendo de qué habláis —se oyó replicar Carlota, a lo cual respondieron los duendecillos:

—Por supuesto, y no lo entenderás cada vez que pases por aquí, pues ya estás en la carretera, y cuando avances llegarás a tu casa, donde tu madre te despedirá con un valioso consejo que debiste haber seguido.

—Lo que decís no tiene sentido —repitió Carlota.

—Eso parece porque todavía piensas que la cinta tiene dos caras o, en tu caso, un antes y un después. Pero mientras camines sobre ella recorrerás siempre la misma superficie, y vivirás siempre los mismos recuerdos almacenados en la carretera. ¡Suerte!

Los duendes desaparecieron y Carlota se encaminó de regreso a su casa, temiendo que le hubiera ocurrido algo a su madre, pues las orejas picudas la habían mencionado.

Pero conforme avanzaba, la seguridad de saber lo que iba a suceder a continuación la invadió de repente. Por un lado, el inclinado asfalto lució bajo sus pies como siempre, flotando en medio de la nada. Por otro, una parte de su conciencia revivía el recuerdo del camino de tierra que la llevaba hacia una pequeña construcción de madera.

Había llegado a su casa.

Finalista

Nono lo hará mejor
Autor: Alberto Báscones Gutiérrez
Los histoSoftware coinciden ya con una confianza de dos sigma en que la era comenzó con el lanzamiento de Nono, no sé si lo recordarán, quizás fueran ustedes demasiado jóvenes. No fue el primer robot musa, como se llamaron entonces, no, desde luego, pero sí el mejor; el que consiguió crear con tanta humanidad y originalidad como nuestro género permite, a excepción quizás de los individuos que son capaces de traspasar las barreras de su tiempo y hacerse un hueco en la Historia como genios, ese selecto elenco de mujeres y hombres irreemplazables en el progreso de la Humanidad, aunque tampoco esto está del todo claro: hay un estudio de la Universidad de Delhi acerca de la creatividad muy interesante, les recomiendo su lectura, que viene a decir que las revoluciones culturales y los cambios de paradigma son completamente predecibles, debidamente establecidas unas condiciones de contorno histórico-sociales. Es decir, los así llamados genios no son más que singularidades puramente coyunturales, engendrados, por así decirlo, por la gracia del tiempo que les tocó vivir. Decisivos, por supuesto, pero coyunturales. Claro que Madame Bovary fue una obra de ruptura; pero, si Flaubert hubiera sido granjero en lugar de hijo de cirujano, ¿creen que la literatura seguiría anclada en el Romanticismo? Por supuesto que no. Sería famoso cualquier otro señor, o señora con pseudónimo de señor, francesa quizás o probablemente alemán, que hubiera escrito su Frau Bodensee que habría hecho saltar por los aires la nobleza del amor con lo tierno del pecado. Al fin y al cabo, se dice que son las obras las que escogen a sus autores.

¿Cuántas veces en la Historia ha ocurrido que un gran hallazgo científico ha sido alcanzado por dos o más mentes al mismo tiempo? Newton y Leibniz; Darwin y un olvidado Alfred Russel Wallace. El famoso bosón divino podría ser de Kibble en lugar de Higgs. La Historia no se detiene a esperar a nadie, y lo mismo ocurre con la literatura, salvando los innumerables grados de libertad de separan a un poema de una ley física. Cuenta el mismo Unamuno que casi por azar supo de un italiano, Pirandello, a quien leyendo pensaba, “¡lo mismo habría dicho yo!”. Los tiempos avanzan, y ese avance se tiene que materializar en alguien. Pensábamos que esos álguienes tenían que ser humanos, muy humanos, porque muy humano era lo que pensaban y decían; pero estábamos muy equivocados: una máquina puede hacer lo que hacemos tan bien o mejor que nosotros, ya sea ensamblar un microchip o pintar un cuadro dadaísta. El Renacimiento, el Modernismo, siguen teniendo a día de hoy una noción de... autenticidad, ¿verdad?, que movimientos artísticos como el Patetismo o el Chang-Shenghuó, o cualquiera de los iniciados por Nono no tienen. ¿Cómo comparar El Quijote con Once campanas de latón? ¿Cómo comparar la Capilla Sixtina con la colección NN-3395, o las Hojas de Hierba de Whitman con Los Versífone? Pues sí, son perfectamente comparables, en calidad y en calidez. Nos aferramos a la humanidad, queridos alumnos, como si realmente fuera algo, como si nuestras ideas fueran más puras por haber sido creadas en las conexiones sinápticas de unas neuronas que en la microcircuitería de un procesador. Pero no es cierto, y esa es la gran revelación de la era artificial.

Claro que descubrirlo supuso un duro golpe para los que lo vivimos, los artistas especialmente. La mayoría de ellos se convirtió de la noche a la mañana en fanáticos de la unicidad del espíritu humano, todos muy apóstatas puertas afuera de un dios que clamaban llevar dentro. Los hubo quienes optaron por quitarse la vida, a modo de consagración última de la vida como único arte, ya ven ustedes, qué absurdidad. Los que conservaron algo de cordura, como un servidor, decidimos abandonar las incubaciones artísticas y estudiar, maravillarnos de la brillantez de una inteligencia que nos desbordaba, que nos había hundido para hacernos flotar, ahogado de tanto aire que nos daba. Y es que, aquí donde me ven, yo mismo fui escritor, queridos alumnos, mediocre, claro está. No lo digo con vergüenza; eran otros tiempos. Era lo normal, lo que se llevaba. Raro era quien no fuera pintor o poeta, escritor o dramaturgo. Como les digo, eran otros tiempos... Los del apogeo del arte del consumo, que, como una piedra lanzada al aire, alcanza su punto álgido antes de caer. Por suerte, el arte ha vuelto a lo puro y bello. Ha hecho falta una máquina para sacar los urinarios de las vitrinas de los museos, los plátanos de sus paredes, la mierda enlatada. ¿Qué habría sido de nosotros sin él? No lo sé, no lo sabremos. Sólo sé que ha sido nuestra salvación. Bien, prosigamos. Empezamos nuevo tema: el amor según Nono.

JOVEN CASTELLANO

El amor es pura química... y la familia, también
Autor: Adrián Llinares Juiz

La señora Carbono ya no quería tener más hijos. No era justo… ¿por qué siempre que llegaba un nuevo elemento a la familia alguna parte de su cuerpo sufría una transformación? Desde que era pequeña, la gente solo se acercaba a ella por curiosidad ya que todos creían que la casa 14 estaba maldita. Aunque no era de extrañar. Su madre, Carbono Abuela, después de 20.000 años, ¡había acabado por convertirse en sus propios hijos!

A sus 11.500 años, Carbono tenía suficiente con sus 8 gemelos nitrógenos (la mitosis había funcionado estupendamente), puesto que ocupaban su tiempo por completo. Menos mal que Potasio, su marido, hacía con ella todas las tareas. Gracias a él, la gente había logrado entender que el famoso mito de los ‘Carbono 14’ no era una maldición, mala suerte, un experimento, brujería… tan solo era química. El hecho de que su ‘Lentejita’ (así le llamaba cuando estaban de buenas) fuese el mejor investigador de todo Uranio, había ayudado a descubrir que la genética de su familia era única y que, en cierto modo, ¡eran inmortales!

Gracias a ello, y desde su descubrimiento, habían sido capaces de trasladarse a Boro Boro, el ‘bario’ más lujoso y más conocido de todo el planeta. Allí vivían químicos germanios, francios, indios… ¡La gente más admirada eran ahora sus vecinos!

No obstante, sus hijos estaban entrando en la edad del galio, por lo que Carbono y Potasio tenían que prestarles mayor atención: Cadmio quería tener un gato; Bromo se reía de todo el mundo; Polonio deseaba visitar Uranio Norte para ver renios; Flúor se comía la pasta de dientes; Plutonio quería ser astronauta y construía naves espaciales con todo lo que veía; Platino casi no pisaba la vivienda porque siempre estaba con su novia, Plata; Osmio se escapaba de casa para ir al circonio y así ver animales extraños, payasos y contorsionistas… Y, por último, Nobelio quería ser actor de cine y se pasaba el día imitando a actores como Roentgenio Pitt Unumpentia Jolie.

Puede que les haga mucha gracia, pero la señora Carbono se enfadaba tanto que, al respirar, expulsaba tanto dióxido de carbono que mínimo cinco veces por semana se veían obligados a desalojar su casa.

En fin… Aunque muchas veces sus hijos la sacaran de quicio, se sentía muy afortunada por tener una familia tan estupenda y divertida. Además, en su ciudad, estaban protegidos de los paparazzis Piedra de Fósil-Land, una compañía corrupta que intentaba sonsacar información de las familias más conocidas del mundo químico haciendo que sus cámaras se pegasen a ellos como lapas (moluscos que, paradójicamente, estaban deliciosos) y de por vida, llegando a fosilizarlos.

Ahora mismo, ‘Carbonata’ (como le llama Potasio) está sentada en el sofá y los ronquidos comienzan a manifestarse en su garganta y ‘paladiar’. Pero es lógico, Radio TV Urana está emitiendo la película Titanio (sobre un trágico naufragio de un crucero y la química que fluye entre dos pasajeros), que, a pesar de ser una de sus favoritas, dura zinc horas y tiene muchos anuncios de por medio. Por lo tanto, nunca es capaz de acabarla. Digamos que lo suyo es un MRUR: aunque al principio le encanta la película, se va aburriendo progresivamente debido a la gran cantidad de anuncios hasta quedarse dormida.

Mientras tanto, su ‘Lentejita’ está escuchando a Selenio Gómez, un cantante de actualidad, a la vez que trabaja transportando un saco repleto de hojas caduca del jardín trasero. ¡Es otoño y los árboles necesitan prepararse para el invierno!

Dejemos a nuestra familia química seguir con sus actividades que igual piensan que los queremos fosilizar y no nos dejan escribir un segundo episodio del reality El amor es pura química… y la familia, también.

¡Hasta pronto queridos lectores!

Finalista

Res-π-rar

Autor: Rocío Angulo Muñoz 


Estoy nervioso. No me gusta que haya tanta gente. Pero Amanda, la persona a quien oí decir por primera vez la palabra autismo, dice que todo estará bien. Que lea el papel, que ya he demostrado quién soy. Que camine con “paso firme”, que debo estar orgulloso de mí. Me acerco al micrófono, veo las luces, me agobio, pero pienso en π y se me pasa. Sujeto mi diario fuerte y me tiembla la mano. Me planto delante de todos y respiro. Respiro. Y empiezo:

–Voy a contar una historia que comenzó con el diario que mamá me regaló:

Hola diario, me llamo Ian Byrne Wilson, mi cumpleaños es el 14 de marzo. Tengo 14 años, vivo en el 314 de la avenida Broadway, Galveston, Texas, cerca de la NASA. Hoy es 26 de junio. Mamá dice que es bueno que escriba los problemas matemáticos que veo en las ruedas de las bicis, en las tuberías que transportan los camiones… Me encantan las mates porque todo son mates. Donde mire hay mates: aquí, en la música, en las plantas, en todas partes... Mamá dice que escribirte me ayuda a relajarme.

El número π es mi favorito. Me ayuda a concentrarme. Me sé sus primeros 456 decimales. Es “chulo”. Empieza 3,14159265358979323846 y mucho más. Quiero memorizar más. Es perfecto. Lo engloba todo: mi fecha de cumpleaños, el número de la tarjeta de crédito de mamá, su contraseña… todo. Es un número irracional, y su día es el 14 de marzo por el cumpleaños de Albert Einstein. Yo nací el día del número π , el mismo día que Einstein. Mamá dice que eso “mola”, y también dice que soy un chico súper listo, que voy a ser “uno de los mejores científicos de nuestro tiempo”. π es el mejor. El día que lo conocí fui corriendo a mi habitación a dibujarlo, tiene una forma muy “chula”. Me gusta por eso, y también porque me ayuda a respirar.

Cuando voy por la calle, mire donde mire veo números y los busco entre los decimales de π. Y ya no existe nada más, ya puedo respirar y ser yo, ya no noto que los demás me miren. A mi psicólogo le parece bien que utilice a π como mi aliado, que estoy haciendo progresos. Mamá dice que eso es bueno, aunque no entiendo muy bien las emociones humanas, solo entiendo al número π. Mamá me dibuja una carita sonriente cuando me ve resolver problemas, porque las mates me hacen feliz. Y la gente, cuando está feliz, sonríe. Yo creo que π me hace feliz, muy feliz. A papá no le gusta que lo use porque me obsesiono, pero mamá le contesta que es mi refugio. Luego hablan alto, mi hermano dice que se pelean. Creen que no me doy cuenta, pero sé que es por mí, aunque mamá dice que todo está bien.

El número π tiene una historia curiosa, que algún día contaré. Mamá dice que papá y ella están bien, que ya no se pelean tanto. Se preocupan por mí y quieren que esté feliz. A mí el número π me hace feliz. Y a ellos les hace feliz que yo esté feliz. Ellos creen que conseguiré todo lo que me proponga, creen que soy alguien “grande”, alguien que “merece la pena conocer”. Y dicen también que tenga claro que me quieren, que me apoyan y que están orgullosos de mí. Y eso “mola.” Creo que este fragmento de mi diario os cuenta mejor que yo quién soy. Siempre se me han dado mal las emociones, entender lo que había detrás de las palabras y comprender lo que me rodeaba. Me llamaban raro y extraño y eso no parecía algo bueno. Pero mamá me decía: “No eres raro, eres extraordinario”. Hoy lo sé: soy diferente y no es malo. Hay más como yo, gente que piensa que no hay lugar para ella. Pero no siempre es así. A veces algo te hace ser tú mismo, en mi caso el número π y las mates. Ellos me marcaron el camino para resolver la conjetura de Hodge.

Ahora que se me da mejor la vida real y conozco lo que hay detrás de algunas palabras, acabo la historia dando las gracias a mi familia y a aquellos para quienes ser diferente y raro también es ser extraordinario. Doy un paso atrás. Oigo aplausos a lo lejos y a mi sangre sonar como un tambor en los oídos. Una señora se acerca y me pone una medalla, que creo que se llama “Medalla Fields”. Me agarro las manos y pienso “esto mola”.

“Estoy feliz”.
“Estoy feliz de ser yo mismo”.
“Porque soy Ian y me gustan las mates”.
“Me gusta el número π”.

Y respiro.

 

ADULTO CATALÁN

Finalista

Estat d’alarma!

Autor: Yasmina Pérez Sánchez


Estat d'alarma! Va cridar la resistència. L'ofensiva havia arribat al pulmó i les destrosses començaven a adquirir una magnitud considerable. El desconegut enemic, membre de la família Coronaviridae, va aparèixer assegurant-nos que únicament venia a reproduir-se i que no tenia intenció de destruir-nos. No obstant això, en qüestió de molt poc de temps, havia aconseguit envair-nos i obligar-nos a treballar en el seu propi benefici. Quin va ser el nostre error? Un dels nostres receptors, ACE-2, va confiar en la proteïna "Spike" de l'enemic. Van encaixar bé i li va deixar passar. Quina mala decisió!

Però nosaltres estàvem acostumats a este tipus d'atacs i, quan vam detectar el perill, vam posar a treballar al sistema immunitari innat. Aquest sistema de defensa estava habituat a reaccionar de manera ràpida i eficaç davant d'agressions similars.

Així, els seus diferents components (sistema interferó, macròfags, cèl·lules assassines, ...) van començar la batalla. Tots vam lluitar amb valentia... inclús algunes cèl·lules es van sacrificar en el procés, tractant de contindre l'atac de l'enemic. Amb un poc de sort, l'organisme disposaria així del temps necessari per a preparar una altra resposta immune, més específica i potent.

No obstant això, lluny de millorar la situació, la defensa ho va empitjorar tot. La causa? Els macròfags, en la seua intensa lluita, es van excedir produint als seus missatgers, les citoquines, la qual cosa va acabar desencadenant un descontrol general del sistema immune. Els danys en els pulmons van ser massius i la malaltia, batejada com COVID- 19, va empitjorar. Però no estem ací per a buscar culpables, si no per a relatar els esdeveniments tal com els recordem.

Mentrestant, en un altre front, l'artilleria pesada s'anava preparant i, en qüestió de dies, l'esquadró conegut com a immunitat adquirida, estava preparat per a continuar defenent a l'organisme. Així, els soldats limfòcits, unes cèl·lules específiques, van aconseguir elaborar la millor arma contra qualsevol virus, els anticossos. Els primers anticossos en ser llançats van ser els IgM. No obstant això, tot i que aquests van ser els més ràpids d'elaborar pels limfòcits i van ajudar molt en la batalla, la guerra no es va acabar fins a l'arribada dels IgG. Aquests últims van ser els més potents, els més específics. Els responsables de la nostra victòria.

Joan ja es trobava millor. Als seus 65 anys, havia acudit el passat març a l'hospital perquè li realitzaren una operació de pròstata. Dies després, va començar a tindre febres altes, dolors de gola, opressió en el pit i, el pitjor, sensació d'ofec. Va haver de ser ingressat. Va passar unes quantes setmanes en la UCI, en un coma induït i respirant a través d'una màscara de busseig, la qual, davant de la falta de material sanitari disponible, s'havia improvisat com a respirador. No van poder visitar-lo els seus familiars; tampoc els seus amics.
En tot eixe temps, les seues cèl·lules no van deixar de lluitar, no van donar la batalla per perduda.

Hui, amb llàgrimes d'alegria en els ulls i un aplaudiment per part de tot l'equip mèdic que li havia estat acompanyant i ajudant, abandonava l'hospital. Subjectava en la mà esquerra els resultats d'una prova, la PCR, que havia donat negativa. El resultat indicava que el virus, anomenat SARS-COV-2, havia sigut eliminat del seu cos. Així, Joan passava a comptar com un més dels milers de curats que havien patit la pandèmia.

Un altre aplaudiment, més petit però igual d'intens, es produïa al seu interior. El donaven cadascuna de les cèl·lules que havien sobreviscut, lluitant intensament fins vèncer l'enemic. Això sí, sense abaixar la guàrdia, a l'espera del següent enemic. Sempre en estat d'alarma

JOVEN CATALÁN

Blau?

Autor: Rosa Pedro Mut


- Tania!!!, va cridar la mare molt contenta.
En un poble de l’Horta vivia Tania amb els seus pares. A ella, li encantava parlar anglés però el que més li agradava era mirar el cel.
En l’escola, Tania havia participat en un concurs de relats curts i el primer premi era una estància
d’un mes en un Internat d’Irlanda, …i havia guanyat!!!!
Quan va aplegar el dia, tota la seua família la va acompanyar a l'aeroport. Tania estava molt nerviosa, ja que no havia pujat mai amb avió, però una vegada dalt…Quina meravella!!, el cel, d’un blau indescriptible, sense núvols… Tania va estar les dues hores de viatge sense poder lleva els ulls de la finestreta.
En arribar a l'internat, va poder comprovar que allí, a Irlanda, el seu cel no tenia el mateix color.
Ara era obscur, trist. Es va sentir un poc disgustada però de seguida es va animar quan li van presentar als nous companys. Prompte va fer amistat amb un xiquet de la seua edat que tenia un nom molt curiós; John Tyndall IV.
L'endemà, a l’hora del patí, Tania va mirar al cel. Aquest dia si estava blau i de sobte John Tyndall IV es va apropar:
- Què fas Tania? Mires el cel?
- Sí. És el que més m’agrada de tot. Digué Tania.
- Vols que el conte una història relacionada amb el cel?. Li preguntà John Tyndall IV amb una carassa com si amagara alguna cosa.
- Clar. Però tú que pots saber del cel que jo no sàpiga? Digué Tania un poc “mosca”.
- Uffff!! Moltes coses. Què no t’has fixat en el meu nom?
- Doncs la veritat si que és curiós, pel IV dic. Digué Tania cada vegada més intrigada.
- Jo soc el rebesnet del gran físic John Tyndall. Digué solemnement John.
- Aaahhhh! Doncs no sé quí és eixe gran físic, ho senc.
John li contà que el seu besavi va ser qui en els anys 1860 va descobrir per què el cel era blau.
Li contà que John Tyndal era un físic entusiasta de les muntanyes i passava molt de temps als Alps. Allí, al capvespre contemplava les postes de sol i la seua magnífica gamma de colors.
Unint les dos grans passions seues, el cel i la física, es va proposar comprendre’l. Va inventar nombrosos aparells molt sofisticats i complexos, però quan va voler saber per què el cel es veía blau en el dia i roig al capvespre, els instruments que va usar van ser senzills.
Va agafar un simple tub de vidre per a simular el cel i va usar una llum blanca en un extrem per a simular la llum del Sol.
Va descobrir que quan omplia gradualment el tub de fum, el feix de llum semblava ser blau des d'un costat però roig des de l'altre extrem.
Es va adonar que el color del cel és el resultat de la llum del Sol dispersant-se per les partícules en l'atmosfera superior, és el que ara es coneix com l'efecte Tyndall.
- Wow, John, què passada! No tenia ni idea! Digué Tania amb els ulls com a plats.
- Acabe de tenir una idea, Tania! Vols que demà provem a fer un experiment?
- Clar que sí!! Demà ens veguem.
- D’acord. Fins demà, Tania.
L'endemà, John va apareixen carregat amb;
Una caixeta de vidre
Aigua
Llet
Una llanterna
- John, En què consisteix l’experiment? Digué Tania molt emocionada.
- Com deia el meu besavi, anem a fer “el cel en una caixa”.
- Anem doncs!. Digué Tania preparada.
Els dos amics posaren la caixa de vidre damunt d’una tauleta i l’ompliren d’aigua. Després John va tirar unes gotetes de llet dins. Quan la mescla estava feta i les llums apagades, va apropar la llanterna de llum blanca a un extrem de la caixa i… a un costat de la caixeta, la solució era blava. Però a mesura que viatjava cap a l'altre costat, s'anava tornant més groga, fins a tornar-se taronja, com el capvespre.
John li explicà que huí sabem que el color blau es dispersa més per la seua menor longuitud d’ona, mentre que el roig penetra més per ser l’ona més llarga de la llum visible. Quan el recorregut de la llum a través de l’aire augmenta, com ocorre a l’alba i al capvestre amb el sol més baix, el blau es dispersa abans d’arribar a la nostra linia visual i observem la dispersió del roig.
El mes d’estància va passar molt ràpid. A la tornada, dins la maleta, Tania portava; un bolic de roba bruta, una nova amistat i uns coneixements del cel que mai hauria imaginat aprendre a un país on el cel quasi mai és blau.

Finalista

Carta

Autor: Marina Bataller Calatayud


De mi per a la humanitat,

No sé exactament la meua presència com ha sorgit, si no he sigut desitjat o com moltes altres vegades he nascut del vostre odi i ànsia de guerra. El fet és que estic ací, i he vingut amb un  únic propòsit: traure tant la solidaritat i companyerisme que dugueu a dintre com l’egoisme que vos oxida lentament.
En pocs mesos m’he fet mundial i he provocat morts i dessolacions per allà on he passat, açò m’ha fet pensar, i de fet, m’he replatetjat el suïcidi, però quan veia que eixíeu al carrer amb ganes de més, aquest pensament s’esfumava amb la vostra carència d’humanitat.
La justicia mai ha sigut un dels meus forts, em disculpe per açò, els que menys s’ho mereixen han sigut els més perjudicats, però què voleu que vos diga? He anat a per la joventut irresponsable ho promet, però les seues barreres són massa fortes per a mi i no he pogut accedir a ells.
Ultimamament m’estic cansant dels hospitals i de vore tanta gent plorant i culpabilitzant-me a mi, per què no es miren entre ells? Jo no m’he reproduït per gust, heu sigut vosaltres els que m’heu mundialitzat i m’heu fet crèixer. Sí, vosaltres.
Cada dia pense més i més en marxar perquè mire a famílies que han aprés la lliçó, la dessolació, l’ànsia de llibertat, gent aplaudint a col·lectius públics que treballen i donanen la seua vida per tots vosaltres. De debò que en aquests moments em dol l’ànima i vull desaparèixer. Però, ai els altres moments! Quan l' odi vos domina, l’enveja, la individualitat, en eixos moments em trague el meu orgull i vos ataque, vos oprimisc tots els vostres pulmons fins que no podeu respirar i llavors sembla que vos arribe a la fi un poc de sang al cervell i amb ella la responsabilitat que no heu tingut en molt de temps.

Humanitat, eres preciosa però dins d’aquest mar de plaers tens forats negres tant profunds i amb tanta densitat que mai podràs lliurar-te d’ells. Tant jo com el planeta Terra t’agraïm que ens hages deixat respirar profundament aquests últims mesos, encara que açò hàja significat llevar-vos a vosaltres l’oxigen. Recordeu que aquesta molècula és essencial per viure, però també és diatòmica, podem compartir, però si vos deixem respirar fareu memòria la pròxima vegada que estigueu matant l’atmosfera? 02, per a tu i per a mi, tots vivim i tots convivim, última oferta, penseu-ho.

En temps de pandèmia sols sobreviu la consciència,

Atentament, COVID-19.

ADULTO EUSKERA

Burua eta gorputza bat eginik

Autor: Leire Enzunza Atxa


Begiak ireki nituen, non nengoen jakin gabe. Argi zuri eta distiratsu bat aurrean neukan. Hots batzuk entzuten nituen, baina ez nintzen gai ahots horiei aurpegia jartzen, ez baitnituen ezagutzen.

- Badago, esnatu da! – horietako ahots batek oihukatu zuen. Nitaz hitz egiten zegoen, ni esnatu nintzen bai, baina non? Eta zergatik zegoen hainbeste jende nire inguruan, nire zain.

- Kontuz, poliki-poliki egin behar dugu. Atera guztiak, mesedez. – Ahots leun batek guztiak kanporatzera gonbidatu zien, eta nirekin bakarrik geratu zen. – Nola zaude? Zelan sentitzen zara?

- Ondo… baina non nago?

- Zer da gogoratzen duzun azken oroitzapena?

- Ba… - egia esan, ez nuen ezer gogoratzen. Hotzikara batek gorputz osoa zeharkatu ninduen. Kezkatuta, urduritasuna nire buruaz jabetu zen.

- Lasai, normala da, pixkanaka-pixkanaka oroimena berreskuratuko duzu. Orain zure logelara eramango zaituzte. Ospitalean zaude, nire izena June da, eta edozertarako hemen nauzu, medikua naiz eta zure ebakuntzaren arduraduna izan naiz. - Beste azalpenik eman gabe, nire ohea mugitzen hasi zen, eta logela batean sartu ninduten.

Nire garunari zukua ateratzen saiatu nintzen, indar eta ganora guztiarekin gogoeta egin nuen, ia zeozer gogoratzen nuen. Ezer ere ez. Ez nuen lortzen. Kostata, zutunik ipini nintzen. Gela bueltaka hasi zen nire buruan, zorabiatuta nengoen. Hala ere, komunera hurbiltzea erdietsi nuen. Ispilu aurrean ezezagun bat ikusten ari nintzen. Nor zen hori? Nor zen bera?

Ohera bueltatu nintzen, lehertuta nengoen. Nekez heldu nintzen, eta behin oheratuta, begiak itxi eta lotan gelditu nintzen berehala.

Ametsetan, flash moduko batzuk agertu zitzaizkidan: Ume batzuk jolasten eta barreka, gizon bat nire lepoa musukatzen, olatuak hondartzaren kontra behin eta berriro jotzen. Bat batean esnatu nintzen, bihotzaren taupadak topera neuzkan. Nortzuk ziren ume horiek? eta gizona? Beraiekin amestu banuen, horrek esan nahi zuen ezagutzen nituela.

Buruari gogor eman nion, eta irudi berdinak ikusten nituen: umeak barreka, gizona musuka, hondartza… Behin eta berriro. Orduan, medikuak logelan sartu ziren; June, beste bi gizonekin.

- Nola zaude gaur? Hobeto? Zeozer gogoratzen duzu? – Junek galdetu zidan.

- Bai. Hiru umerekin eta gizon batekin amestu egin dut. Beharbada, zeozer esan nahi du horrek. – Ohartu nintzen nola begiratzen ziren beraien artean.

- Nire izena Igor da, eta ospitaleko psikologoa naiz - eskumaldean zegoen gizona hitz egiten hasi zen.

– Zure ametsetan ikusitakoak, zure familia da, senarra eta hiru sema-alabak. Kotxe istripu batean hil ziren guztiak orain dela zazpi hilabete. Zu larri atera zinen istriputik, baina bizirik. Koman egon zara denbora guzti honetan zehar. Medikuek lortu dute azkenean, teknika berritzaile bati esker, zure burua salbatzea.

Hirugarren gizonak ispilu bat eskaini zidan.

- Ezagutzen duzu zure aurpegia? – Junek galdetu zidan.

- Ez. – Berriro begiratu ziren beraien artean. – Zertan datza erabili duzuen teknika berritzaile hori? – galdetu nien jakinminez, umeen eta gizonaren aurpegiak burutik kendu ezinik.

- Zera, - hasi zen Igor – orain arte egin ez den transplante bat egin dizute.

- Zure garuna beste gorputz batean transplantatu dugu – bukatu zuen Junek, harira, beste itzulirik eman gabe.

Hitzik gabe gelditu nintzen. Zer?

- Zure egoerak ez zeukan itxura onik, eta teknika honekin, nahiz eta zure gorputza ezin salbatu, zeren eta zure bihotzak ezin zuen bakarrik lan egin, zure garunak ondo funtzionatzen zuen, beraz, paziente ezin hobea zinen proba honetarako.

- Proba? Hori da ni naizena? Proba bat?... – Ni, biokimikan lizentziaduna nintzen, eta zientzialari moduan, ikerketen alde nengoen, baina ez edozein preziotan. Non zegoen bioetika kontseilua kasu horretan?

Ezer esan gabe, eta nire haserrea antzematen, hiru medikuak gelatik irten ziren. Hurrengo egunetan hainbat mediku, erizain, ikertzaile, psikologo, kazetari… sartu ziren, baina nik ez nuen inorekin hitz egin nahi. Azkenean, alta eman zidaten, eta nire etxera joaten utzi ninduten. Ordurako, dena gogoratzen nuen. Ezagutzen ez nuen gauza bakarra, nire gorputz berria zen.

Kaletik, pausoz pauso, aurrerantz joaten nintzen, nire oinetara begira, lehenengo hanka batekin, gero bestearekin. Noren hankak ote ziren horiek?

Ametsetako hondartzara heldu nintzenean, olatuak ailegatzen ziren ertzeraino hurbildu, eta hortxe eseri nintzen. Nireak ez ziren begiekin, iluntzea ikusten gelditu nintzen; nirea ez zen sudurrarekin, itsasoaren usain bereizgarria sentitzen nuen; nireak ez ziren belarriekin, olatuen hotsa entzuten nuen; nireak ez ziren oinekin, ura sentitzen nuen atzamarren artetik sartzen… Bizitzan aurrera egiteko gai izango nintzen nirea ez zen gorputz batean?

Finalista

Superburuargiak

Autor: Oihana Eizagirre Askarai


Endika, Leire, Kepa eta Garazi lurrean eserita zeuden adi-adi amona Kattalinen istorioa entzuten:

“Bazen behin, animalia talde bat. Animalia haiek gure antza zuten, baina txikiagoak eta iletsuagoak ziren. Sabanan bizi ziren eta alde batetik bestera mugitzen ziren fruituak eta sustraiak bilatzeko; noizean behin, hildako animaliaren bat ere jaten zuten.

Talde hartan bazen bat beste guztiak baino buruargiagoa zena, eta inguruan zegoen guztiari adi-adi begiratzen zion. Egun batean ohartu zen tximistek batzuetan sua sortzen zutela. Harrigarria egiten zitzaion sua; horregatik, orduak igarotzen zituen hura aztertzen. Azkenean, kontrolatzea lortu zuen. Suak abantaila ugari ekarri zizkion taldeari: alde batetik, animaliak uxatzeko balio zuen, esaterako, lehoiak; eta, beste alde batetik, haragia sutan egin zezaketen, gordinik baino askoz hobeto!

Urteek aurrera egin zuten, buruargia eta bere taldeko batzuk hil egin ziren, eta beste batzuk jaio. Jaiotzen ziren horien artean, buruargiak ere baziren. Hauek inguruan zuten guztian interesa zuten eta guztia ikertzea eta hausnartzea gustatzen zitzaien. Pentsatu eta pentsatu, tresna ugari asmatu zituzten: labanak, aizkorak, jostorratzak… Lehenik harria eta hezurrak erabiltzen zituzten horretarako, baina beranduago burdina aurkitu zuten, eta geroago brontzea egiten ikasi zuten! Naturan erabilgarriak ziren baliagai ugari zeudela ikusi zuten. Zenbat eta gehiago ezagutu naturan zegoena, orduan eta ideia gehiago zituzten eta, beraz, orduan eta material eta tresna gehiago egiten zituzten. Baina ez hori bakarrik, zenbat eta gehiago jakin, orduan eta gehiago jakin nahi zuten. Buruargiei esker, naturan zeuden material ugari nola erabili ikasi zuten eta, horrela, bizimodua errazagoa zen taldearentzat: jadanik ez zegoen alde batetik bestera ibili beharrik jatekoaren bila. Etxeak eraiki zituzten eta etxe inguruan, batetik, landareak ereiten zituzten eta, bestetik, animaliak zaintzen zituzten. Gainera, etxean erabiltzeko, mugitzeko zein komunikatzeko gailu ugari asmatu zituzten. Horregatik, gero eta erosoagoa zen bizimodua. Haatik, bizimodua zenbat eta erosoagoa izan, orduan eta erosoagoa izatea nahi zuten.

Buruargi batzuek jakin-mina soilik zuten, eta gehiago ikasi nahi zutelako ikertzen zuten. Beste batzuek gainerakoei lagundu nahi zieten eta, horregatik ikertzen zuten. Baziren batzuk euren mesedetarako ikertzen zutenak ere, besteei eragindako kalteez arduratu gabe. Hala ere, buruargiek elkarrekin partekatzen zuten ikasitakoa. Modu horretara, gehiago ikasten baitzuten, eta errazago ikertzen baitzuten. Urte asko pasa ziren, eta buruargien jakintza asko handitu zen lehen buruargi hark zekienarekin alderatuta.

Baina eurek egindako lanak ondorio txar batzuk ere izan zituen. Egun batean, buruargi batzuk konturatu ziren, behar adina informazio izan gabe hartutako erabaki batzuek ingurunean kalteak sortu zituztela: lurra, ura eta airea kutsatuta zeuden; animalia eta landare ugari desagertu egin ziren, eta beste asko ez zeuden batere ondo; bizidunen arteko oreka puskatu egin zuten; zaborra edonon pilatuta zegoen; planetako tenperatura igoarazi egin zuten… Konturatu ziren ez bazuten zerbait egiten, arazoak izango zituztela bizitzeko. Eta hori ez zutenez gertatzerik nahi, talde guztiari jakinarazi nahi izan zioten zer gertatzen ari zen. Alabaina, taldeko asko oso eroso bizi ziren, eta ez zuten euren bizimodua aldatu nahi. Ez zitzaien gustatzen buruargiek esaten zutena:
- Buruargi horiek ez dakite zer esaten ari diren – zioten haserre-. Hainbeste urtean horrela bizi izan bagara, zergatik ezin dugu horrela jarraitu?
- Begira, guk datuak ditugu; frogak. Hau benetan gertatzen ari da, eta ez badugu zerbait egiten aldatzeko, gure bizitza erabat aldatuko da urte gutxiren buruan, baina ez zaigu gustatuko etorkizuna!- Buruargiek ez zuten etsi nahi, eta indar guztiak jarri zituzten ingurumenaren alde borrokatzeko.”

Bere bilobei begira geratu zen amona.
- Amona, zergatik isildu zara?- galdetu zuen Kepak.
- Nola bukatzen da istorioa?- jakin nahi zuen Garazik.
- Buruargiek zerbait asmatuko dute dena konpontzeko, ezta?- Leire itxaropentsu zegoen.
- Bai, gora superburuargiak!- oihu egin zuen Endikak.

Amona Kattalinek irribarre handi bat egin eta galdetu zien:
- Superburuargiek esandakoa entzun eta serio hartuko duzue?
- BAI!- oihu egin zuten laurek batera.
- Eta zuek ere superburuargiak izango zarete?
- Bai!
- Nik laborategian egingo dut lan- esan zuen azkar Endikak.
- Ba nik nahiago dut mendian ibili. Txoriak asko gustatzen zaizkit- azaldu zuen Leirek.
- Nik matematikak erabiliko ditut- gehitu zuen pozik Garazik.
- Ba nik... - Kepak zalantza handiagoa zuen- nik kutsadura ikertuko dut!

Amonak are eta irribarre handiagoa egin zuen:
- Orduan, ziur istorioa ondo bukatuko dela.

JOVEN EUSKERA

Atzera bueltatzerik balego…

Autor: Alaitz Salgado Herrera


Askotan galdetu diot nire buruari denboran atzera eginez gero, zer aldatuko nukeen. Ez dakit. Munduaren historian gauza batzuk aldatuko baziren, gaur egun askoz hobeto egoteko aukera edukiko genuke. Baina denok dakigu denboran atzera egitea guztiz ezinezkoa dela.

Leire naiz, 16 urte dauzkat eta Arabako herri txiki batean guraso eta nire bi anaiekin bizi naiz.

2038-7-5
Etxeko ganbaran nago, nire txikitako gauzak ordenatzen. Liburu batzuen artean, aitonak oparitu zidan erloju zaharra ikusi dut. Erlojua begiratu dut. Arraroa da, funtzionatzen ari da. Baina aspaldian giltza eman gabe ezinezkoa da funtzionatzea!

Giltza ematen saiatu naiz. Ez dabil. Agian alderantzizko norabidean jiratuta… bai, lortu dut. Bat-batean gorputz osoan dardara bat sentitu dut. Ingurura begiratu dut. Ganbara aldatuta dago… 9 urte nituenean bezala dagoela dirudi. Erlojua begiratu dut, 2029-6-24a markatzen zuen, gaueko hamarrak.
Beheko solairura jaitsi naiz, aita eta ama albisteak ikusten ari dira. Oso gazte daude. Eta ume hori lotan?...Ni naiz! Egongelara sartu naiz, gurasoek ez naute ikusten, baina atea ireki dela bai antzeman dute. Ni haientzat ikusezina naiz. Baina nik egiten ditudan ekintzek eragina dute!
Denbora dexente egon naiz garai honetan, nire guraso gazteak begiratzen. Baina, nola bueltatuko naiz nire garaiera?! Urduritzen hasi naiz. Ezin nuen erlojuaren giltza aurrera eraman, eta atzerantz jiratuko banu denboran atzerago joango nitzateke. Beraz, alarmaren botoia sakatu dut. Berriro sentitu dut dardara. Nire garaian nago berriro.

Erlojua hartu eta nire logelara joan naiz. Gau osoa esna igaro dut.
Orain ulertzen ditut aitonaren hitzak erlojua oparitzerakoan: Leire kuttuna, erloju zahar hau ez da traste bat, garaia heltzen denean ordua adieraziko dizu.
Erloju honekin munduan gertatu diren gauza txarrak ekiditzea lortu dezaket!!
Argi daukat zein izango den lehenengo geldialdia: 2020ko pandemia mundiala.
Badakit ez dela erreza izango. Baina, plan bat daukat.

2038-7-6
Presidenteari gutun bat idatzi diot, hurrengo egunetan zer datorkion anonimoki kontatzen.
Egun pare bat itxarongo dut. Horrela, pentsatzeko denbora edukiko du. Baita gutunean jartzen duen guztia hitzez-hitz gertatzen ari dela ikusteko. Eta orduan nire aholkuak kontuan izateko.

2038-7-8
Bigarren gutuna idatzi diot. Honetan, tratu bat eskeintzen diot: poblazio guztia berrogeialdian jarri beharko du (bakarrik beharrezkoak diren lanak mantenduko dira: merkatuak, osasun zentroak,...) eta behar-beharrezkoa bada soilik atera ahalko da jendea etxetik. Argi azaldu beharko dizkio poblazioari arriskuak eta betebeharreko arauak zeintzuk diren. Herritarrak beldurtu gabe konzientziatzeko. Denok arazoaz arduratzen eta konponbidean parte hartzen. Orduan, dena kontrolpean daukatenean covid-19aren txertoa emango diet.

2038-7-9
Presidentearekin tratua egin dut. Poblazio guztia dago konfinatuta. Eta jendea birus hau ez harrapatzeko, medikuak etxez-etxe joango dira herritar guztiei txertoa jartzen. Pandemiaren ondorioak ezagutu gabe eskainiko banien, herritarrek ez zuten haintzat hartuko. Horrela, konfinamenduaren egoera eta txertoaren beharra ulertuko dute eta, egun gutxi batzuetan eguneroko bizitzara bueltatuko dira.


2038-7-17
Lortu dut!!! Pandemia mundiala sahiestu dut.
Bakarrik 200 pertsona inguru hil dira covid-19agatik. Pena ematen dit, baina egia esan bizitza asko salbatu ditut.
Oso pozik nago.

2038-7-18
Munduan erloju honekin gauza asko aldatu ahalko ditut. Nahiz eta ezagutza eta kuriositate hutsagatik bidairen bat egitea ere pentsatu dudan. Baita zuri, aitona, bisita bat egitera ere.

Eskerrikasko horren opari bereziagatik.

Finalista

Natura eta zientzia batzen direnean

Autor: Dana Huaquing Elizetxea


Zenbait urte pasa dira nire bizitzako bidaia hasi zenetik: argizariko har bat naiz. Hemen finkatu baino lehen Kongoko Errepublika Demokratikoan bizi nintzen nire anai-arrebekin. Lurralde gogorra zen hori; bost zentzumenak adi eduki behar zenituen beti. Taldeen arteko hilketek leku hori zer zoragarria izan zitekeen ezkutatzen zuten, jendea miserian bizi zen nahiz eta munduko lur aberatsenetakoa izan. Hala ere gauza guztiek dute bere alde ona. Zuhaitzez beteriko paisaia hori elikagai, ur, animali… azken batean, bizitzaz gainezka zegoen. Landareek igortzen zuten freskurak laztandu egiten ninduen, gorila kumeak jolasten ikusiz gozatzen nuen… Zoriontsu nintzen, oso zoriontsu lehorte handia iritsi zen arte.
Nahiz eta urtaro hezean egon, egunero eguzkiaren diztira gehiego egin eta argi orduak handitu egin ziren. Denborarekin, euri kantitatea izugarri gutxiagotu zen kate hilgarri bat sortuz. Euri faltaren ondorioz, landareak egarriz hiltzen hasi ziren eta hauekin batera animali belarjale eta haragijaleak. Nire bizitzaren eszenatokia izandako paisaia nire oinpean zimeltzen zihoan. Egoera larria ikusirik, nire anai-arreben agintea hartu eta gelditzen zitzaidan ausardia bilduz, nire izatearen erabaki mingarri eta garrantzitsuena hartu nuen: beste lurralde aberatsago batera ihes egitea. Ikaratuta nengoen, baina Kongoko Errepublika Demokratikoan geratzea nire hilobia zulatzea iruditzen zitzaidan. Bidaiarako prestaketak egin eta ibiltzen hasi ginen. Oztopoz betetako bide luze bat genuen aurretik:
Txadeko basamortuan okil baten erasoari aurre egin genion: Denak nekatuta eta egarri ginen, baina ingurune hori uzteko nahia nekea baino indartsuagoa zen, horrek ibiltzen jarraitzera bultzatu gintuen. Orduan, hegazti bat begiztatu genuen. Okilak gu ere ikusi gintuen eta arintasun handiz gure gainera oldartu zen gu bezain gose baitzegoen. Une hartan kide asko galdu genituen.
Aurkitu genuen hurrengo oztopoa mugagabea zen: itsasoa. Tripolin, Libiako hiriburuan, aurkitzen ginen. Hainbeste jende artean desorientatua nenbilen eta kaleetatik noraezean ibili ondoren portura iritsi nintzen. Txalupaz betetako itsaso urdina txundituta begiratzen nuen bitartean, begiak merkantzia ontzi batean finkatu nituen. Itsasontzi hartan ezkutuko bidaiari bezala bidaiatzea zen ikusten nuen irtenbide bakarra. Bi aldiz pentsatu gabe ontziratu egin ginen.
Bi egun igaro ziren nire ahizpak "lurra begi bistan!" esan zuen arte. Santander deitzen zen leku batean lehorreratu ginen. Ondoren, bidaia hau egitera behartu gintuenaren bila joan ginen: ura eta elikagaiak. Mendian kokaturiko erlauntz batean hori, eta gehiago aurkitu genuen. Erleek sortutako argizaria jaten betekadak ematen genituen, ondoan zegoen errekak ur garbi eta freskoa eskaintzen zigun… Nahiz eta Kongoko Errepublika Demokratikoa faltan bota lurralde hartan etxean egongo banintz bezala sentitzen nintzen. Aste batzuk igaro ziren, niretzat ezezaguna zen izaki batekin aurrez aurre topo egin nuen arte. Itxuraz gizaki bat zen, baina azala kolore zurikoa zeukan. Erlauntz barnean aurkitzen ginen etxeko zereginak egiten hau finkatuta zegoen tokitik askatu eta argiak itsutu gintuenean. Ikusmena berreskuratu nuenean, emakume bat abaraxka heltzen ari zen. Nire lehen sentimendua ikara izan zen. Nire buruak ihes egitea eskatzen zidan,baina nire gorputzak ez zuen erantzuten. Orduan, emakumeak ustekabeko mugimendu bat egin zuen: nire familia osoa eta ni hartu eta poltsa batean gorde gintuen.
Etsita nengoen: egun batetik bestera gure etxebizitza galdu genuen eta jada gure sabelak zimurtzen hasiak zeuden. Aste bete igaro zen eta ihes egiteko azken ahalegina egin nuen: poltsa osatzen zuen plastikoa hozkatzen hasi nintzen eta nahi gabe plastiko zati bat irentsi nuen. Hasieran, zapore nazkagarria izango zuela pentsatu nuen, baina kontrako efektua eman zen: goxoa, oso goxoa iruditu zitzaidan. Nire anai-arrebak berdina egitera gonbidatu nituen eta denen artean ihes egitea lortu genuen. Logela ezezagun batean aurkitzen ginen. Une hartan, emakumea sartu zen. Gu ikusita liluratuta zirudien. Bere begirada gugan finkatzen zuen, gero plastikoan eta ondoren gugan berriz ere, horrela etengabe.
Hurrengo egunetan, bisitak etengabeak izan ziren eta gizakiek gu plastikoa jaten ikusita harriturik begiratzen gintuzten. Haien begiak ilusio, emozio eta itxaropenaren islada ziren.
Gaur egun, zientzialariak interes guztia jartzen ari dira gugan plastiko izeneko material hilgarria erauzteko. Nork esango zuen gu, munduan punttu ñimiño bat besterik ez garen izaki batzuk, gizateria osoaren salbatzaileak izan gaitezkela.



“Oraingo honetan badirudi, plastikoaren arazoari aurre egiteko konponbidea naturak eman digula, hori bai zientziaren laguntzarekin.”

“Zaindu dezagun natura, berak gu zaintzen gaituen bezala!!!”

ADULTO GALLEGO

Finalista

A estrutura molecular do xeo dun transformador

Autor: Pedro Rodríguez Villar

A neve leva caendo gorda varios días. A montaña descende branca e as copas dos piñeiros enarboran o sendeiro entre tremores de pesada tensión. A aldea, gris e fría, mantense apagada baixo os lumes do fogar, está silente, durmida na rutina do duro inverno da montaña. As casas apréixanse ao redor da capela do centro do plano urbano, e no interior dos tellados de lousa a xente aférrase entre apertas e vacas ao pouco calor que da a madeira nova de eucalipto en combustión.

Lois, embozado no seu abrigo largo, e coa cara cuberta por unha barba de varios meses sae da casa en silencio. Os seus fillos pequenos o ven saír como unha sombra derrubados polo sono, e a súa muller santiguase en silencio. Sube polo sendeiro aproveitando que o ceo está despexado deixando atrás a aldea e afundindo os seus pés entre a neve acumulada, o seu corpo pesa, e a caixa de ferramentas que leva baixo a man non axuda nada. Camiño arriba enfila directo ao transformador de alta tensión.

Lonxe da altura e da montaña, o frío aínda non é tan cruel. A neve non solidifica e o sal derrete o xeo. Alí, entre os fogares de formigón, a xente mira as televisións coa esperanza posta nos homes do tempo. Están seguros que o inverno non pode ser tan frío e tan largo, pero as evidencias van por outro lado. Os que saben disto, avisan que non parece que vaia a rematar, e os que antes eran escépticos de sofá reflexionan arrepentidos pola falta de prevención. Mentres, nos pequenos habitáculos das universidades as persoas afánanse en descifrar a estrutura molecular do xeo.

Lois apura a súa subida, e o transformador continúa sen transformar a electricidade. Unha choiva xeada en forma de po de diamante entra ao interior da maquinaria colonizandoa como virus nun organismo vivo. Os cristais de xeo máis diminutos, con esas formas de prismas hexagonais que namoraron a aquel investigador xaponés de nome Nakaya, colonizan o ferro dos devanadores do circuíto. Pesan, e ese xeo que a microscopio parece unha pílula termina por tirar as pezas de metal, matando con elas ao transformador. A electricidade termina o seu movemento e o campo electromagnético desaparece, como a luz e a calefacción na aldea de Lois.

Lois forza a cerradura do transformador. Ábreo coa noite murmurando as súas costas e a maldición curta que articulan os seus beizos non chega a sonar. A súa cara reflíctese nos devanadores conxelados, e parece que os cristais hexagonais de superficie lisa e suave expoñen a súa barba para rir dela. Observa o circuíto, pensa nos seus fillos adurmiñados co frío, e afunde o fío da navalla na súa pel. O seu sangue ferve e cae sobre o aceiro dos devanadores.

A estrutura do xeo comeza a cambiar bruscamente. O sangue quente derrete algunhas das súas capas. As moléculas de vapor fanse un oco entre os chanzos conxelados e o cristal medra rapidamente. Lois non entende, e aperta o puño para que a cascada de sangue sexa máis forte, e tamén máis quente. O xeo, que nese momento sufriu o que os científicos que investigan nos habitáculos das universidades chaman unha transición topolóxica, afronta o novo regueiro de sangue cunha superficie lisa, ordenada e vermella. A sangue continúa caendo. Cada vez máis forte. Finalmente derrete, desaparecendo.

Lois colle os devanadores e os mete entre os calzóns para que sequen coa calor. O po de diamante segue a caer e a súa barba conxélase coas mesmas formas que tiñan as pezas de ferro do transformador. Acurutado ao lado da maquinaria inerte, Lois espera mentres o seu fillo máis pequeno soña coa sombra do seu pai saíndo pola porta. A súa man sangra, os devanadores secan, e o seu corpo termina por ser un museo de prismas hexagonais, silentes, como todo. O frío chega antes a montaña que ao formigón.

JOVEN GALLEGO

Finalista

As cores

Autor: Diego Parada Burés


Non é preciso lembrarlles todas as sensacións e evocacións do que, en definitiva, non é senón unha impresión. Esta impresión, non obstante, insinúa maxestuosidade, claridade e reivindicación. Non é poético, non, non é coma un pó lunar que contaxia solemnidade e transmite pureza. Tampouco é, malia o que digan os máis puristas, un raio de luz. Por suposto, non pecaría de simplista dicindo que é de esperanza. O meu raio -concédanme tan exacerbada individualidade- prodúcese no medio dunha tormenta, xera un pulso e a súa sempiterna e inevitábel victoria maniféstase ante os súbditos, os cales sofren a insinuación de que algo de suma relevancia acontecerá. O son ignorarémolo porque non merece a máis mínima atención e a súa calidade, de cuantificala, padecería de expoñentes negativos.

A impresión prodúcese na retina, teño entendido. Claro que isto, para min que me epitomizo coma humanista, é o contexto. Para os actores, o escenario. Para de quen veño a falar, o terreo de xogo. Este biótopo é un lugar inherentemente repleto de preocupacións e a flora e fauna que alí viven teñen un xeito peculiar de se relacionaren. Non entrarei en materia máis que para advertir: a súa cooperación é deficiente e o resultado é un hábitat formado por unha comunidade miserenta e chea de tristura. Non cómpre dicir que quen reflicte e absorbe este raio é o biótopo, a fauna do lugar. A min gústame pensar, debe ser pola influencia natural da miña terra celta, que máis aló hai algo que se ocupa de xulgar o que pasa en todos os recunchos do meu hábitat; se existise aqueloutro espírito de xustiza omnipresente, condenaría impertérrito a aquel raio.

Comentaba, antes de me entreter con deliberacións, senón filosóficas, si sentidas e, agora que as leo, estimadas, que eu teño unha impresión. Segundo os caprichosos números, que deciden como será o raio, eu terei unha ou outra impresión. Sen embargo, coma a morte e, desexo, o sufraxio, a miña impresión é tamén universal. Estes raios detestan os números e a súa exactitude. Cando lles mencionan as matemáticas, rinse e choran. Rin porque saben que se esa ciencia se materializase esta non podería pensar, reflexionar, e polo tanto compadécena e, co sufrimento que lle ocasionou a mesma, rin. Pero tamén choran porque saben que o poder daquela ciencia radica na crueldade, non das súas verbas, senón das súas variacións e porcentaxes. Irrevente ante a ciencia, pois, dou por feito que o raio escoita. Escoitar, escoita. Atender, atende. Actuar coma é debido? Nunca. Escoita e obra. Atende á reacción e en base a esta leva a cabo magníficas modificacións conductuais. E a derradeira ladaíña, a de actuar coma cómpre fica só nalgúns inhóspitos lares que, á mantenta, non merecerán hoxe a nosa atención. Digo “á mantenta” dado que creo que cómpre deixar de meditar e pasar a actuar. Mais na miña opinión, debemos actuar no noso hábitat, influir no noso biótopo e logo, ao sumarmos pequenas accións individuais, teremos mudado o mundo, o ecosistema, vaia. As matemáticas, deixaba caer antes, son logo unha parte nuclear do raio debido a que determinan o seu alcance e modelan a miña impresión. Outra vez máis, a mocidade, piar do biótopo, absorbe este raio. Para ben ou para mal. De aí que a antano matemática racionalidade sexa hogano a rídicula traslación á realidade, ao ecosistema, dun filme enmarcado no drama perdido en carteleira.

A miña impresión varía segundo a miña distancia do biótopo que absorbe o raio. Hai quen, e inclúome neste grupo, adolecendo de certa perspectiva histórica, aínda fai discursos aludindo á solidariedade. En contraposición á retórica, o certo é que a miña impresión dun raio que loce negativo na miña comunidade é unha coitelada ou, sendo máis condescendentes e, por tanto, menos visuais, coma un raio que se di de centro. Direi que aquel raio que mencionaba é para min sintomático da nosa desgraza colectiva. En calquera caso, direi que a cantidade de luz no ambiente tamén inflúe. É dicir, que se o meu hábitat e o meu biótopo están ben, eu non serei tan pesimista en canto á miña impresión.

Si, amigos e amigas, falo das cores. Esa é a miña impresión: a cor. O raio, a clase política e as súas decisións. E o biótopo, a cidadanía. Dise que as cores son subxectivas, e cos meus apuntamentos recentes non podo senón facer miñas, coma de feito fago, esas verbas. Son subxectivas as impresións, en efecto, pero é obxectivo o dano que ocasionan. Non ousen dicir a quen non pode comer que a súa é unha impresión subxectiva. Si, efectivamente, para min a pobreza, a desigualdade ou a intolerancia son cores. Porén, ao velas, só ves unha cousa: a ignorancia.

Apuntamento: acotío os raios provocan incendios pero arde a fauna, a flora, resumindo, o biótopo.

PREMIO DEL PÚBLICO

ADULTO

14032020

Autor: Víctor Garzón Machado


Por fin tenía tema. Estaba decidido. Hasta ese momento le había dado muchas vueltas innecesarias. Evolución, genética, dinosaurios, … tenía que ser algo llamativo, pero que controlase lo suficiente como para dar forma al relato y no cometer ningún error garrafal. Original y de actualidad.

Tras la Cumbre del Clima en Madrid lo vi cristalino: tendría que hablar del cambio climático. Un relato potente, reivindicativo, que despertara conciencias, que abriera los ojos a los incrédulos y reforzara a los devotos. De repente, ¡chas! una idea iluminó mi mente. Estaría ambientado en el futuro, en un año lo suficientemente lejano como para mostrar las consecuencias de la dejación humana y el inevitable abandono del planeta. 2050 sería la fecha, un número redondo. El aderezo de ciencia ficción sazonaría con gusto el texto y lo impregnaría de ese aire de añoranza de un tiempo pasado que nunca volverá. Si tuviera que añadirle música, sin duda tendría que ser un fado.

La gran idea me aceleraba el pulso y rápido me dispuse a consultar algunos datos. Efectivamente, las temperaturas seguirían subiendo hasta aumentar en 2ºC la media global en el año que había elegido. El escenario que han dibujado los expertos es desalentador. Simplemente tendría que encontrar el argumento y el caos vendría solo.

Ese mismo día comencé a escribir:

“Año 2050. Desde la ventana de la nave…”

No, no, no. No podía empezar como una mala película de sábado por la tarde. La historia debía tener ciencia ficción, pero no podía caer en el error de empezarla con letras amarillas perdiéndose en un fondo negro galáctico. Algo más de seriedad por favor.

“Brotaron lágrimas de impotencia, cuando volví mi rostro y vi cómo dejaba el planeta atrás…”

Tampoco. Muy melancólico. El romanticismo no es mi fuerte. Nuevo intento.

“En el cristal de la nave, vi mi rostro superpuesto con el azul de la Tierra. La dejábamos ya miles de kilómetros atrás. Mi casa, nuestro hogar, si todavía podíamos llamarlo así, nunca volveríamos a verlo”.

Bravo, buen comienzo.

“Aquello era el resultado de nuestra insensatez, de nuestro ego desmesurado. No lo vimos venir o, mejor dicho, no lo quisimos ver.”

Fantástico. El planteamiento de un escenario post-apocalíptico, con el protagonista escapando sin remedio podría enganchar al lector y zarandear su conciencia. Ahora tocaría añadir hechos contrastados, al menos advertidos por los especialistas. Continué…

“Los largos veranos habían llegado a ser inevitablemente letales. Las temperaturas estivales en la India superaban los 55ºC. Mientras la sequía había arrasado pueblos enteros, las incesantes lluvias destruían las zonas de mayor latitud. Ya nos habíamos acostumbrado a la llegada de 5 o 6 grandes tormentas al año en las regiones tropicales, lo que había provocado el desplazamiento masivo de pueblos enteros a las vastas extensiones de suelo descubierto en Groenlandia.
Los ecosistemas que no se habían perdido por el aumento de temperatura lo estaban haciendo por los frecuentes incendios, como en el Mediterráneo o por la sobreexplotación para el cultivo, como en la antigua franja de tundra del norte. El maíz, el trigo y el arroz se habían convertido en los últimos 10 años en recursos muy escasos y excesivamente caros. Comía a diario quien tenía un terreno para cultivar durante los tres meses favorables. Sin islas, sin glaciares, sin bosques. Habíamos dejado de preocuparnos por la alarmante pérdida de especies para ocuparnos exclusivamente de una cosa: nuestra propia supervivencia”.

Por un momento dudé. Tal vez me había pasado. Demasiado pesimista. No es mi estilo. Pero pronto cambié de opinión y seguí...

“Alienados, sin pensamiento crítico y sin fondo cultural ni moral, habíamos confiado nuestro destino en un grupo de representantes políticos cada vez más distanciados del pueblo. Nos creímos autosuficientes, con capacidad de reacción, con la situación controlada”.

Fue esta última frase la que resonó en mi cabeza una y otra vez, el pasado 14 de marzo. “…con la situación controlada”. Aquel sábado, alarmado por lo que veía en las noticias, rompí el borrador de mi relato. Había perdido todo sentido.

Hoy, casi tres meses después y con decenas de miles de muertos, no puedo hablar de otra cosa en mi relato que de profunda tristeza por lo que estamos viviendo. Sirva el mismo como homenaje a todas esas personas que ya no están y a las que estando, se han dejado la piel para evitar una situación peor.

De mi anterior relato sólo puedo dejar la frase final: “Nos creímos autosuficientes, con capacidad de reacción, con la situación controlada”. Ahora queda esperar a que la Ciencia nos inspire.

JOVEN

Walter

Autor: Juan Miguel Guerrero Piña


Ya falta poco para llegar. El coche se aparca cerca de la puerta y entro en el laboratorio. Sonrío al verle, no sé si él sonríe. Lo he atado. Sí, me ha invadido el pánico y no me ha quedado otra. Noto esa sensación escalofriante que recorre mi cuerpo cuando lo veo, bueno, cuando me veo. Walter, tiene mi mismo pelo rubio, tiene mis mismas manos, sus expresiones son iguales a las mías, es un clon perfecto, quizás la única diferencia es una cicatriz que tiene en la barbilla que yo en cambio no tengo.

Fue hace unos diez años cuando comencé a crear a Walter en unos momentos difíciles para mí. Lo primero fue secuenciar mi ADN para poder trabajar sobre él y creé un cuerpo de mi mismo aspecto sin la necesidad de una fecundación. Para ello creé un “cigoto-madre” que creció de forma acelerada gracias a un envejecimiento celular controlado. Luego, lo más difícil fue volcar todos mis recuerdos y personalidad en un cuerpo vacío. Los transferí mediante el implante de un neuro-enlace en su cerebro, una labor complicada que en esta ocasión parecía haber resultado. Vuelvo a comprobar que todas sus funciones vitales están correctas; luego reviso que está bien atado y me voy.

Estoy a punto de tomar el ascensor y recuerdo que me he dejado mi portátil. Vuelvo al laboratorio, pero, ¿dónde está Walter? Mi pulso se acelera. Lo descubro cuando recibo un golpe por la espalda. Caigo al suelo y lo veo escapar. Intento abrir la puerta, pero compartimos el mismo patrón biométrico y la ha bloqueado por fuera.

Me levanto, me duele la cabeza, pero tengo que salir cuanto antes, a saber qué es capaz de hacer. Intento comunicarme con mi mujer, no responde. Me es inevitable pensar en todo lo que me ha llevado hasta aquí. Quizás es difícil de entender, pero la soledad que sentía antes de conocerla y mi obsesión por la genética me impulsaron a la creación de clones. Pronto podría traer a la vida a mis padres o a mi hermana y podría disfrutar de ellos. Sigo buscando alguna abertura… ¡bingo! He encontrado un antiguo conducto de aire acondicionado situado encima de la estantería. Quito los tornillos y entro. Avanzo hasta ver de nuevo la luz. Empujo la rejilla para salir demasiado fuerte. Me caigo al suelo y me veo rodeado de oficinistas que trabajan en el más puro silencio.

—Disculpad, ya me voy.

Salgo corriendo hasta mi casa, se ha llevado mi vehículo. Menos mal que está cerca.

Llego muy cansado. Entro en casa, pero dentro no hay nadie. Walter se ha llevado a mi mujer y a mi hijo. Le digo a mi asistente que me diga la localización de mi coche. Se dirigen a las afueras. Pido un vehículo y en pocos minutos aparece frente a mí un coche autónomo sin conductor.

Necesito llegar hasta ellos. Sigo las indicaciones que mi asistente virtual proyecta en mi retina. Perfecto, se han parado.

Estoy muy cerca, los veo, han decidido parar en un bosque. Walter me acaba de ver, salgo corriendo hacia ellos, pero huyen de mí. Martha, mi mujer, se gira y me ve. Se asombra al verme tanto, que se tropieza sobre una piedra. Walter y yo corremos hacia ella, los dos estamos cara a cara. Martha se ha incorporado, tiene una piedra en la mano.

—¿Cuál de los dos es mi marido?

—Amor, soy Tom. Sé que me crees. Hemos pasado la vida juntos.—digo con calma.

Martha está mirando a Walter, suspira y lanza la piedra. Caigo al suelo y todo se vuelve negro.

15 DÍAS ANTES

—Creo que lo he conseguido — dijo Tom con entusiasmo — . Esta versión no tiene fallos… bueno, le falta mi cicatriz de la barbilla. Es lógico porque él no se cayó montando en bici. Lo he dejado tumbado en la camilla hasta que abra los ojos.

Martha lo escuchaba sonriente.

Una semana después, tal y como él esperaba, el clon abrió los ojos. Los dos se miraron, Tom no había dormido en toda la noche para ver sus ojos que hasta ahora habían estado cerrados. Los abrió y sin esperarlo le dio un golpe, que lo dejó inconsciente. Cuando despertó, su clon, se había ido y lo había dejado amordazado en el laboratorio. Le estaba robando su vida.

Unos días después, Tom le tendió la trampa a Walter cuando volvió para recoger su portátil y corrió a su casa para salvar a su familia del clon que le estaba suplantando la identidad.

Walter los encontró cuando huían en el bosque, Martha sabía cuál de los dos era el verdadero. Había reconocido a su marido por la cicatriz. Por eso le lanzó la piedra al impostor.