Generación tras generación.
El prófugo, con su pequeño saco al hombro, huía sin mirar atrás. Sabía que si lo atrapaban, el rencor en el que estaban sumidos sus familiares no tendría límites. Dentro de su pequeño saco, llevaba una reliquia que había sido objeto de disputas y conflictos durante generaciones. Para él, era su única posesión de valor en el mundo, y estaba dispuesto a protegerla a toda costa. A medida que avanzaba, sentía el peso de la reliquia sobre sus hombros, pero también el peso de la historia y las consecuencias de su escape. Pero a pesar de todo, no se arrepentía de haber tomado la decisión de huir.
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