Y todo por un problema de cinemática.

La profesora de física empezó a entregar los exámenes. Y después de un largo rato me dieron el mío. Yo soy de esas que se dejan el verdadero y falso para el final, así que fui directa a los problemas. Y el primero decía así:
1. Hay una nave espacial que viaja a una velocidad constante que es de 29000 kilómetros por hora. A 6,5 ·10^12 kilómetros de distancia, parte del reposo otra nave con una aceleración de 3 m/s^2. ¿En qué punto se encontrarán?
- ¡Uf! – Pensé, - al menos el primero es facilillo, solo tengo que calcular una cosa no muy difícil. Eso sí, tengo que tener en cuenta que la aceleración de la segunda nave es negativa. Y que no se me olvide ponerlo todo en las mismas unidades, que si no todo sale mal y ya lo he fastidiado todo.

Me hice el dibujito, que mal del todo no me salió, me escribí todos los datos y las fórmulas, encendí la calculadora y empecé a hacer operaciones. Pero no había acabado de resolver todos estos cálculos cuando de repente me empezó a pesar y a doler muchísimo la cabeza. Y entonces me pasó algo super extraño. Noté como desaparecía el suelo, la silla, el respaldo… todo lo que me sostenía, y fui cayendo, cayendo, cayendo… todo el rato dando vueltas y más vueltas, hasta que todo se paró, y me quedé yo sola flotando en medio del universo.

Seguramente pensaréis que soy una flipada y que esto es súper absurdo, pero en serio, ¡fue tan guay no notar esa fuerza tan famosa de 9,8 m/s2 llamada gravedad! Fue una experiencia única. No tenía ni idea de cómo había llegado a parar allí, pero yo estaba tan feliz flotando por el espacio exterior. Lo de respirar, ni os lo explico, porque estaba tan maravillada observando las estrellas y todos los demás astros que ni me percaté de cómo respiraba. En fin, yo estaba estupefacta.

Pero se me acabó pronto la contemplación tranquila y silenciosa del universo. A lo lejos vi acercarse una especie de moto iluminada que iba muy rápido. Miré para el otro lado y vi otra nave también viniendo hacia mí. A medida que se iban acercando las observé más detenidamente. Los pilotos eran extraterrestres, pero realmente no se parecían en nada a lo que conocemos aquí en la Tierra como alienígenas y cosas de esas. No eran ni verdes ni tenían palos sobresaliendo de la cabeza. Pero bueno, que muy monos ya te digo yo que no eran. Además, con la cara de enfado que tenían… Eran terribles, y yo, que me había empanado mirándolos, no me había apartado de su camino, y empecé a temerme lo peor. Bueno, al menos no notaría mucho dolor porque con la velocidad que llevaban… seguro que me moría al instante.

Y se chocaron. Aquella explosión parecía una supernova de lo catastrófica que fue, pero, por puro milagro, a mí no me pasó absolutamente nada. De hecho, ni se me despeinó un pelo. Había sido alucinante. Casi que me atreví a decirles a los extraterrestres que lo volvieran a repetir, porque había molado sentir ese chute de adrenalina que me había dejado el corazón palpitando a una velocidad constante de mil pulsaciones por minuto. Y además, explosiones en el espacio no se ven todos los días Pero esa alegría y emoción se me fueron nada más ver cómo salían los bichos esos de sus naves.
-A 1,06·10^9 KILÓMETROS DE LA DISTANCIA INICIAL DE LA PRIMERA NAVE, ¿VALE? ¿YA ESTÁS CONTENTA? – Me dijeron gritándome (por algún sistema de telepatía o algo por el estilo, porque no hay sonido en el espacio).
Y yo mientras, super confusa, les debía de estar mirando con una cara de estupor completo, y eso hizo que se enfadaran todavía más. ¡Pero es que no tenía no idea de lo que estaban hablando!
- ¡Venga! ¡Que ya te hemos dicho la solución! ¡Puedes volver a tu clase y rellenar el examen!
¡Mi madre! ¡Se me había olvidado completamente el examen!
- Pero un momento, jovencita, - me dijo el otro – antes que nada, que sepas que te hemos traído aquí para que veas que estamos hartos de todos los problemas de física que pone la gente en los que siempre se tienen que chocar dos naves espaciales, porque estamos continuamente estampándonos, y ya no nos hace ni pizca de gracia.
- Ehh… vale, sí, lo tendré en cuenta. - Les respondí yo.

Eso pasó hace muchos años, y ahora yo soy la profesora de física. Pero ya te digo yo que todos mis problemas son de tirar pelotas de tenis con tiros parabólicos.
  • Visto: 48

© 2022-2023 Inspiraciencia. Todos los derechos reservados. Los textos, ilustraciones, fotografías y documentos son propiedad de sus respectivos autores. Los relatos ganadores podrán ser publicados en medios físicos y digitales, siempre mencionando la autoría. Imágenes: Freepik, Unsplash