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Las células guerreras

En el año 2023, dentro de un cuerpo, existía todo un mundo. En él vivían seres vivos tan enanos como un simple puntito que puedes dibujar en un inmenso papel con un bolígrafo negro, alejándote cada vez más del puntito. Este mundo contenía unos ríos por los que circulaban a través de largas autopistas (venas y arterias), y por calles estrechas (los capilares). Los habitantes eran las células y una parte de ellas se encargaban de defender las casas (tejidos y órganos) frente a los okupas; agentes patógenos como los virus, los parásitos, los hongos o las bacterias. Pero todos ellos en ocasiones, no podían con los okupas, y estos se aprovechaban e invadían las casas, haciendo el mal al ser humano.
En el mundo que todos conocemos, una niña de ocho años, llamada Dulce, jugaba con su mejor amiga, Linda. Dulce se lo estaba pasando muy bien, pero no sabía que Linda le había contagiado su resfriado y se iniciaba un periodo de infección. Tras los diez días aproximados de incubación, en los cuales piensas que no te has infectado, se inicia el periodo sintomático. Dulce empezó a sentir dolor de cabeza, fiebre, cansancio… porque lo que no sabía es que dentro de su cuerpo estaban batallando las células contra el virus, en esta ocasión el del resfriado.
Mientras, en la autopista de la arteria pulmonar, una célula se dirigía a los pulmones junto a la sangre que acudía a oxigenarse. Al volver de los pulmones, a través de la vena pulmonar, se fue hacia el corazón y allí se presentó a otras células diciendo:
-¡Hola!, soy la líder de las células guerreras. Me llamo Cielo, estoy al mando de la defensa en la circulación sanguínea. A parte de mi ejército, hay más ejércitos distribuidos por todo el organismo.

Mientras que Cielo se estaba presentando, vio al ejército del aparato respiratorio corriendo hacia la nariz de Dulce. Era la señal de alarma, tenían que acudir a esa parte del cuerpo, la nariz, porque habían llegado nuevos okupas que querían apoderarse de la ciudad. Al llegar la líder con su ejército a la vía respiratoria, se dieron cuenta de que esta vez los okupas eran virus que venían para provocar un resfriado.
Las células que ya estaban allí, llamadas epiteliales, tenían unos pelitos, llamados cilios, que intentaron sacar a los virus y los envolvían con el moco protector. Como los virus eran más fuertes, se fueron a la garganta de Dulce para cogerse a los receptores de las células con sus pinchitos, pasando desapercibidos para el ejército respiratorio inicialmente. Comienzan a invadir las células, donde se reproducen, porque los virus, en realidad no son seres vivos, por ello necesitan invadir células para recrearse y hacer el mal.
Una vez que los virus ya se han hospedado en las células, acudirá la primera línea celular defensiva, los fagocitos. El ejército respiratorio fagocita a toda mecha, sin parar. Se inicia entonces una batalla que produce consecuencias: crean una inflamación, en la cual les hace daño a las calles de los capilares, creando nuevas sustancias que aumenta la filtración, para que el ejército del sistema circulatorio salga hacia la garganta para ayudar al ejército respiratorio; producen interleucinas que provocan fiebre, sensibilidad y dolor por todo el cuerpo. Por eso, Dulce se encontraba muy mal, porque sus células defensivas estaban luchando contra el virus. Se obligó a estar en cama casi todo el día, notaba los primeros síntomas: fiebre, cansancio, dolor por todo el cuerpo, estornudos frecuentes y congestión…
En el interior de su cuerpo estaban batallando las células VS los virus. Mientras, los macrófagos como locos se comían a los virus, y el ejército del sistema circulatorio viajaba hacia la garganta, allí, las células dendríticas presentaron al virus a los linfocitos en el cuartel, los ganglios linfáticos. Los linfocitos avisados abandonan el cuartel, pasando a través del río de la linfa hacia sangre y se dirigen a la garganta donde atacan al virus de forma consciente. Los linfocitos actúan produciendo sustancias que activan otros linfocitos que producen anticuerpos y atraen células como los macrófagos. Los anticuerpos se unen a los pinchitos del virus y lo neutralizan, ya no podrá entrar a ninguna casa y no podrá infectar más células.
Finalmente, en el organismo quedarán células de memoria que actuarán rápidamente si el cuerpo es invadido nuevamente por el virus, de esta forma no llegará a producirse la infección.
A los 4 días del inicio de la infección, Dulce se encontraba mucho mejor, iniciando el periodo de convalecencia, es decir, la etapa en la que Dulce va recuperándose. Finalmente, Dulce ya estaba lista para ir a saltar a la comba con las pilas recargadas, gracias a las células defensivas (leucocitos) se sentía como si no le hubiera pasado nada.

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